Esta ocurriendo en todo el continente. Los candidatos que llegan con posibilidades de ser electos presidente, son casi siempre mas de dos y la segunda vuelta juega un papel sustancial. Hoy, de acuerdo a ciertas consultoras, por ejemplo la última medición de Management & Fit, el oficialismo ronda el 30% al igual que una oposición representada, por ejemplo, por Horacio Rodríguez Larreta, y un tercer actor, Libertad Avanza, encarnado en Javier Milei, parece exhibir los mismos guarismos.

Es cierto, para la elección falta un año, esos números pueden reacomodarse. Puede haber una abrupta caída de alguno o crecimiento de otro, pueden definirse candidatos diferentes dentro de los dos primeros espacios, que les den un salto cuantitativo en las mediciones, pero si la elección fuese hoy, estaríamos en un escenario de tercios.

Esto implica varias cosas. Le legitimidad presidencial será baja, porque sus votantes originales apenas superan el 30%. La paciencia social es entonces menor, porque en el ballotage, se esta dependiendo de votantes del tercero, que en definitiva, tiene tantos apoyos como los dos que "clasificaron" a la final.

Además el recuento de votos debe ser exhaustivo y suele terminar siendo impugnado y sujeto a un recuento, porque la diferencia entre entrar o no la segunda vuelta es sutil, mínima. Eso produce durante ese proceso, expectativa e inquitud social, mucho más en una sociedad fragmentada y acuciada por la inflación, el desempleo y la pobreza.

Recientemente en Chile, si bien la elección no fue exactamente de tercios, fue dispersa. La primera vuelta la ganó por muy poco José Kast con 28% de los sufragios, seguido por quien en definitiva fue electo presidente, Gabriel Boric con 26%. En tercer lugar, Franco Parisi sacó 13%. En este caso el tercero no parece haber decidido la elección, la propuesta de Parisi era un mas de derecha que la Kast, con lo cual parece difícil que sus votos hayan ido a Boric, pero en definitiva, quien fue presidente, llegó con muy baja cantidad inicial de votos.

Perú el año pasado, tuvo una elección de cuartos. El ganador, el actual presidente Padro Castillo sacó 19%, la segunda Keiko Fujimori 13,5%, el tercero Rafael López Aliaga 12% y el cuarto Hernando de Soto 11,5%. Además el ballotaje entre los dos primeros, arrojó un resultado ajustadísimo: 50,1% para Castillo, 49,9% para Fujimori. Legitimidad en crisis casi desde el principio de la gestión.

No vale la pena alejarse mucho de la región, pero en Francia la elección presidencial reciente, terminó con una primera vuelta bastante ajustada, y los votos del tercero, Melenchon, un 22%, jugaron un rol sustancial en el ballotaje.

La Argentina podría encaminarse hacia alguno de esos escenarios. El problema es que buena parte de los votos de Milei representan el estado de intolerancia social hacia la política tradicional y que la personalidad del propio candidato puede llegar a poner en crisis el proceso electoral, si por ejemplo, queda tercero a un punto de la segunda vuelta. Puede especularse con denuncias de fraude de alto impacto y gente en la calle presionando por el recuento y la modificación del resultado.

Es apresurado es cierto, falta todo un año, pero el espejo de los países que nos rodean es para considerar. Y en presidencialismos como los latinoamericanos, la debilidad de origen es una trampa dificil de superar.