Se vuelve a oír otra vez el verbo “motivar”. Se dice que la selección de fútbol argentina está motivada. Y sobre todo Messi. Y que el motivo de la motivación es Maradona. Todas son palabras que empiezan con M.
No sé desde cuánto hace que “motivar” se usa en el fútbol. Sé que antiguamente no debía de usarse , porque el sicoanálisis aún no había impregnado el lenguaje argentino. Fue por su influencia que “motivación” empezó a familiarizarse en los años setenta. No sé quién fue el primero en estrenarla: si Zubeldía o Dante Panzeri o alguien que ignoro. Motivar nace de motivo que es relativo al movimiento; de ahí surge “motor” : un movedor; que mueve. A la pelota la mueve el pie, al pie el futbolista, al futbolista el impulso. Y al impulso la motivación. La sicología la define como “ la necesidad o el deseo que dinamizan la conducta dirigiéndola hacia una meta”. Al principio ese comportamiento sicológico y fisiológico tenía únicamente en consideración el instinto. Ya no. Se lo define como una fuerza que empuja a motivarse al organismo para satisfacer una necesidad. Es por ejemplo el impulso que natural y biológicamente nos empuja a comer cuando tenemos hambre o beber cuando tenemos sed. Pero aparte de esos impulsos primarios hay otros que incluyen todo el comportamiento humano: sea la vocación, las preferencias estéticas o la afición deportiva.
Todo esto lo he estado leyendo sucintamente. Para adquirir, para imbuirse de un "motivo” no bastan los condicionamientos clásicos sino que hay otros impartidos e instrumentales. O también el modelo. La motivación surge del contexto; del entorno. La indiferencia, la abulia, el ninguneo no excitan la motivación positiva. La entierran. Un líder es motivador. No castra, induce, alimenta, alienta. En el caso de un grupo una misma ambición es motivadora. La recompensa del afecto o del éxito también lo son. En la enciclopedia de sicología de Farré Martín , de Barcelona, leo lo siguiente: “ Para incentivar la motivación deben tenerse en cuenta tres factores: 1) cultivar la motivación intrínseca; 2) Conocer los motivos de la gente. Porque las acciones para motivar deben estar en concordancia con los estilos de cada persona; 3) Hay que determinar metas específicas, no vagas. Metas, no abstracciones. Maradona no tiene por qué haber leído nada de esto. Pero debe saberlo sin saber que lo sabe. Porque si hay alguien que sabe de motivación es el tipo que estuvo casi muerto y se motivó para la vida. El tipo que parecía haberse escindido de la razón y se motivó para recuperarla. Quien que fue barrilete cósmico, y hoy desde tierra tiene que hacer volar barriletes para ver si alguno llega a cósmico. No sé si lo dije: la motivación se enciende o se apaga como una hornalla. Y el motivador es quien tiene la llave y el fuego. Ahora los tiene Maradona.

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