Los dispositivos aéreos no tripulados usados para la vigilancia son los Predator, los mismos que usan las fuerzas armadas norteamericanas para atacar a los rebeldes en Irak y Afganistan. Cada equipo cuesta 20 millones de dólares.

El programa de drones se intensificó a partir de 2013 y desde entonces ya se realizaron 10.000 vuelos sobre la frontera más inhóspita que divide a los EEUU y México, que cuenta además con un muro de gran altura -al estilo del de Berlín- que se extiende a lo largo de 1.000 kilómetros y que ya ocasionó la muerte de 5.600 personas.

El muro se levanta en la localidad de Yuma, al oeste del estado de Arizona, y llega hasta la costa de Texas, mientras que los drones vuelan sobre un desierto de gran peligrosidad para cruzar como difícil de vigilar con patrullas en el terreno.

La Casa Blanca invirtió 250 millones de dólares para lograr que nueve drones sobrevuelen la frontera estadounidense-mexicana, una estrategia muy aplaudida por los miembros del partido Republicano de Texas.