El cuaderno de Nippur editado por Planeta, se convirtió en “libro posta”, como dice Sebastián a CLARIN, el marido y padre del pequeño inspirador de 3 años y destinatario de la obra.

Marie, tenía 43 años, era arquitecta, dibujante y runner. "Nunca buscó la fama. A ella le divertía hacer un relato de las cosas que le iban pasando, de las cosas que hacía y de lo que sentía. Primero lo volcó en blogs, después en Revista Cotorra y Alerta Cotorra y luego en Twitter. Le encantaba divertirse y divertir a la gente, a los cercanos y a quienes la seguían en la red social. Incluso el libro busca eso: busca divertirlo al nene, enseñarle, aconsejarlo, transmitirle quién era ella para que la conozca de alguna manera. No es un libro solemne, serio", confió Sebastián a la periodista Florencia Cunzolo de Clarin.

El desconcierto ante un libro sin género y sin colección llegó finalmente a algunas librerías, que lo ubicaron en la mesa de Autoyuda. 


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El cuaderno salió del sanatorio y fue atesorado por una de las "soldadas" de Marie en una caja fuerte. Otra fue la encargada de escanearlo con inmenso cuidado y amor. El contenido llegó a la editorial, donde tras considerarlo "glorioso" se puso en marcha un trabajo prácticamente artesanal para reproducirlo tal cual y preservar al máximo el original, al punto que lo escanearon sin desarmarlo. Fue impreso en papel con acabado rústico, en cinco colores en lugar de cuatro, porque Marie inundó las páginas de un naranja flúo que era imposible lograr de otra manera. Además contiene dos inserts: un sobrecito con un poema en su interior y un desplegable, con copias exactas de los que la autora pegó en las hojas.