Cuando el reloj marque las 16.30 horas en Italia, las campanas de todas las iglesias del mundo sonarán durante quince minutos para acompañar el recorrido de Benedicto XVI, el único Papa que renunció durante los últimos 600 años, rumbo a la residencia de Castel Gandolfo donde pasará sus horas finales como líder espiritual de la Iglesia Católica Apostólica Romana.

Aproximadamente a las 17, luego de que el helicóptero aterrice algunos kilómetros al sur de Roma, Benedicto XVI dirigirá a los fieles, desde un balcón, sus últimas palabras en público.

El día, sin embargo, comenzó antes: a las 11 de la mañana, el Papa se reunió personalmente con los cardenales que llegan a Roma para el Cónclave del cual saldrá un sucesor, señaló por Continental Isabel Quintana, corresponsal de Prisa Radio en el Vaticano.

Luego, cuando el reloj marque las 20 y el sol se esconda, Benedicto XVI volverá a ser Joseph Ratzinger, y "papa emérito". Atrás quedará una Iglesia en crisis, asediada por el escándalo sexual, divisiones internas y rumores de corrupción.

Benedicto XVI ha sido considerado por muchos como el más grande teólogo de los últimos tiempos, habiendo escrito más de 65 libros, desde el clásico "Introducción al Cristianismo" de 1968 hasta el último volumen de su tríptico "Jesús de Nazaret", del año pasado.

Pasó muchos años en las aulas, como estudiante y después como maestro de dogma y teólogo fundamental en las universidades de Bonn, Muenster, Tuebingen y Regensburg, Alemania. Benedicto XVI nunca aspiró al papado y no adoptó con facilidad los rigores del cargo. Fue elegido el 19 de abril de 2005 después de uno de los cónclaves de menor duración en la historia. A los 78 años, se convirtió en el pontífice de mayor edad en 275 años y el primer alemán en casi un milenio.

En 2001 logró ordenar que todos los casos de abusos fuesen enviados a su oficina para revisarlos y, hasta la actualidad, el Papa no ha sancionado a un solo obispo por encubrir los abusos sexuales. A Benedicto XVI le sorprendió la cálida recepción que tuvo al igual que la dura crítica que provocó toda vez que las cosas no fueron bien, como cuando levantó la excomunión a un obispo que llegó a negar que el holocausto judío hubiera existido.

Para alguien como él, un teólogo que durante décadas trabajó hacia la reconciliación entre católicos y judíos, la indignación fue virulenta y dolorosa. El papa también se sintió abrumado por lo que calificó de "inmundicia" de la Iglesia: los pecados y los delitos de sus sacerdotes.

"Mi decisión de renunciar al ministerio petrino no revoca la decisión que tomé el 19 de abril de 2005 (cuando fue elegido papa). No regreso a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, conferencias, etc. No abandono la Cruz, sigo de una nueva manera con el Señor Crucificado. Sigo a su servicio en el recinto de San Pedro", afirmó.

Sobre sus casi ocho años de pontificado y el balance que hacía, el Papa dijo: "El Señor nos ha dado muchos días de sol y ligera brisa, días en los que la pesca fue abundante, pero también momentos en los que las aguas estuvieron muy agitadas y el viento contrario, como en toda la historia de la Iglesia y el Señor parecía dormir".

Benedicto XVI dijo que se ha sentido como san Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea y que siempre ha sido sabido que en esa barca está el Señor.

"Y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino suya y no la deja hundirse. Es Él quien la conduce, por supuesto, a través de los hombres que ha elegido. Esta es una certeza que nada puede ofuscar y es por ello que mi corazón está lleno de agradecimiento a Dios, porque no me ha hecho faltar a toda la Iglesia y también su consuelo, su luz y su amor", afirmó.

El Vaticano vislumbra la elección de un nuevo pontífice para mediados de marzo, y espera tenerlo instalado antes del Domingo de Ramos el 24 de marzo, para que pueda encabezar la Semana Sagrada que precede a Pascua.