En Arrecifes, la situación está “muy complicada, se sufre mucho. Es muy penoso ver cómo el agua ingresa a las calles y a las casas”, describió el padre Javier Fortunato, que trabaja en la parroquia del municipio.

“Siempre se nota una gran impotencia, una necesidad de la gente de sentirse acompañado por las cosas que no se fueron previendo”, remarcó el sacerdote.