En el marco de las investigaciones por robo de bebés durante la dictadura, están implicadas, entre otras, las cuestiones médicas y científicas para determinar el origen biológico de las personas que buscan su identidad o a quienes se busca por expropiadas.

Víctor Penchaszadeh, médico, es magíster en Genética Humana y Salud Pública y autor del libro Genética y Derechos Humanos. Además, fue el genetista que asesoró a Abuelas de Plaza de Mayo en las causas mencionadas.

“En el año ’82 Chicha Mariani y Estela Carlotto visitaron Nueva York, donde yo vivía en el exilio, para hacer las denuncias sobre desapariciones y apropiación de niños ante las Naciones Unidas”, comenzó su relato el especialista.

En aquel momento, fue consultado por las Abuelas sobre el mecanismo necesario para identificar a los nietos buscados, sin contar con muestras de sus padres, por estar desaparecidos.

Penchaszadeh se agrupó con varios científicos norteamericanos que años más tarde también colaboraron con la CONADEP.

En aquel momento, se utilizaron técnicas innovadoras para la época. “El ADN es todopoderoso para la identificación humana”, remarcó el científico, al advertir que “con una docena de marcadores genéticos se puede tener una certeza del 100 por ciento”.

“Si se trabaja con el ADN mitocondrial, el que se hereda de la madre de uno, se puede llegar hasta 4 generaciones”, dijo.

“Las técnicas de laboratorio son las mismas que se usaban en esa época para las búsquedas de paternidad y órganos para transplantes”, señaló Penchaszadeh.

“Que aparezcan los 400 nietos perdidos es un desafío social y político”, remarcó.