Por Continental, la socióloga Norma Giarraca reflexionó sobre las diversas implicaciones del uso del glifosato.

“Por un lado están las personas enganchadas en el negocio y, por el otro, los pequeños y medianos productores. Hay una serie de consecuencias, que son ambientales”, planteó.

“Nosotros (hasta el furor de la soja en la última década) teníamos una agricultura diversificada. El negocio sojero es, simbólicamente, Monsanto, que es una empresa que tiene juicios y denuncias de corrupción y de muerte. Monsanto siempre encuentra socios en los Estados”, alertó en La Mañana.

También enfatizó que, en un país como la Argentina, donde la tierra es tan fértil, no se necesita la cantidad de fertilizante que se utiliza en el caso de la soja, y recordó que hace dos décadas los agricultores argentinos usaban "treinta veces menos fertilizantes que los holandeses".

Giarracca remarcó que "el 95% de la soja se exporta" y que, "para los argentinos, no es un alimento". En este sentido, enfatizó, hay cuestiones "culturales" que no favorecen el uso de la soja como alimento y nutricionales, que hacen a la soja un alimento desaconsejable para los niños.

Se mostró “a favor de mantener las retenciones a la soja y hacer una Ley de Bosques como la gente”.

Además, exhortó a "tratar de rescatar los cultivos regionales" como modo de evitar una sojización de los cultivos en un país como la Argentina que, resaltó, "tiene una variedad en la producción de alimentos envidiable para cualquier país del mundo".