Marybeth Scheidts, de 36 años, y su esposo David Levy, de 41, buscaron un hijo durante años pero no tuvieron éxito a través de la forma convencional. Así, decidieron probar con la fertilización asistida.

Después de varios tratamientos infructuosos, los médicos dijeron que el problema estaba en los embriones y pasaron a analizarlos. Como los embriones se analizan desde hace 20 años para ver si tienen genes defectuosos, esa no es la noticia. Lo que se hizo esta vez es la secuenciación completa de los genes de varios embriones y eligieron al de cromosomas correctos. Así, el 18 de mayo nació Connor, el primer bebé “perfecto”, al menos en lo que respecta a sus genes.

Puntualmente, el nacimiento de Connor demuestra cómo la secuenciación de nueva generación, desarrollada para leer genomas enteros rápidamente, ayuda a la selección de embriones.

Se precisó que descifrar el genoma completo de una persona, en este caso de un bebé, no sólo sirve para saber si heredará una enfermedad de los padres, sino también para saber qué riesgos tiene de desarrollar otras enfermedades en el futuro, como cáncer, problemas cardíacos o Alzheimer.

La polémica

Para algunos está mal anticiparse, querer saber, evitar complicaciones futuras pero para otros no. Lo cierto es que los embriones imperfectos, los que no van a prosperar, los que se sabe que están enfermos, hoy se congelan, o directamente se desechan. A muchos eso les provoca estupor pero a fines del año pasado la Corte Interamericana de Derechos Humanos aseguró que los embriones no implantados “no son personas”.

En el caso puntual de Connor, había algo en la combinación de Marybeth Scheidts y David Levy que no funcionaba. En la clínica Main Line Fertility de Pennsylvania les sugirieron enviar los embriones a la Universidad de Oxford y tras un tratamiento común en la clínica de Estados Unidos, la pareja obtuvo 13 embriones. Los doctores los cultivaron durante 5 días, tomaron células de cada uno y las enviaron a Oxford para que leyeran la información genética. Las pruebas revelaron que sólo tres tenían el número correcto de cromosomas. Los médicos transfirieron uno de los embriones saludables a Marybeth y congelaron el resto. Nueve meses después nació Connor.

“Es difícil medir qué tan revolucionario es este método. Sí sabemos que incrementa las posiblidades de embarazo en un 50% y reduce las probabilidades de aborto en un rango similar. Además, a medida que pase el tiempo será más barato revisar los embriones ”, dijo Michael Glassner, fundador de la clínica Main Line Fertility.