Los hechos comenzaron cuando una formación en la nueva estación Rosas sufrió desperfectos mecánicos y debió ser reemplazada por otra que estuviera en condiciones. La demora alteró los ánimos de los pasajeros, que creyeron que se trataba de un conflicto gremial y agredieron a guardas y maquinistas.

Metrovías dio su primera versión en un comunicado firmado por la gerente de Relaciones Institucionales, Lucía Ginzo. Explicó que el convoy "se quedó sin tracción” y defendió la reacción de los pasajeros. "No se justifica pero es entendible que manifiesten su enojo contra los metrodelegados”, sostuvo.

Más tarde, en otro comunicado, la empresa dio un paso más y denunció un supuesto “sabotaje” que habría ocurrido durante la noche y habría sido descubierto “a las 5:30 horas”. A modo de prueba, argumentó: “Personal técnico de la empresa encontró un cable de retorno de tracción cortado que da continuidad eléctrica a los rieles, esencial para el desplazamiento de los trenes. Asimismo, las puertas de ingreso al sector técnico, donde se encuentra el sistema de señalamiento, estaban forzadas”.

Los trabajadores de la Línea B resolvieron luego en asamblea restringir el servicio y conducir las formaciones sólo hasta la estación Los Incas, como era antes del acuerdo alcanzado esta semana con la empresa Metrovías.