La máxima de que, de por sí, “el verano es la temporada sexualmente más activa”, tiene sus adeptos y sus detractores. Además, están quienes militan por una sexualidad igualmente satisfactoria todo el año y tienen la suerte de poder llevarlo a la práctica.

Es muy difícil saber a ciencia cierta lo que la gente hace en su intimidad. Si se toman en cuenta los relevamientos que aseguran que nacen más bebés entre agosto y diciembre que durante el resto del año se puede calcular que la actividad sexual de esas parejas fue más intensa nueve meses antes, es decir, entre enero y mayo.
 
En realidad, los meses de mayor natalidad varían según el año. Las listas de reservas en las maternidades estallan en septiembre, octubre y abril, con lo cual, contando nueve meses hacia atrás, el puntero señala los meses de vacaciones, tanto de invierno como de verano.

Claro que esto no necesariamente indica que hay más sexo en esos meses. La realidad es que en esos recesos las parejas, por cuestiones relacionadas con la planificación del año laboral, deciden dejar el método anticonceptivo para quedar embarazadas.

Del mito a la verdad

Cientos de artículos periodísticos aseguran que la vida sexual es mucho más intensa en verano que en los meses más fríos del año. El sol, además, activa la producción de oxitocina por las células de la piel, y eso, asegura la literatura científica, fortalece los estímulos placenteros.