En la Parroquia de la Conversión de San Pablo, en Salto, se alojan un centenar de personas que debieron abandonar sus hogares por las inundaciones, en una de las localidades más afectadas de la provincia de Buenos Aires. En ese lugar, a pulmón, el párroco coordina los esfuerzos para sobrellevar la crítica situación, pero también se detiene a pensar en la raíz del problema.

Para él, el párraco Domingo Pisoni, la falta de inversión de las autoridades provinciales y nacionales fue nula en los últimos años, pese al sinfín de promesas que escucharon los vecinos, pero que se escurrieron como el agua que hoy invade sus casas. "La corrupción no sólo mata, como se dice. También inunda".

En decalraciones radiales Pisoni mostró esta mañana su indignación por lo que ocurre por estas horas en Salto, donde es párraco hace más de tres años.

"Han quedado barrios enteros bajo el agua. Una desolación. Se inundaron lugares que jamás se habían inundado. Es la inundación más grande que se ha dado en Salto", explicó, y destacó que, en toda la provincia de Buenos Aires, "estos fenómenos son por obras que no se hacen".

"Así como no tenemos memoria de una inundación como esta, tampoco tenemos memoria de que se haya realizado alguna obra. Las promesas están, la cuenca del Salado hace años que está presupuestada, pero bueno... La corrupción no sólo mata, como dicen, sino que también inunda", insistió.