Desde su casa del barrio porteño de San Cristóbal,  un hacker adolescente había montado un importante negocio ilegal basado en una variada gama de delitos informáticos con los que estafaba principalmente a empresas de juegos en línea y de pagos electrónicos. La Policía calcula que, gracias a sus habilidades, el joven –que aún no habría cumplido los 18 años– lograba recaudar unos 50.000 dólares mensuales.

El dinero era desviado a una cuenta bancaria en Rosario, donde también se realizaron allanamientos.

Si bien por ahora las damnificadas que constan en el expediente son empresas nacionales, los investigadores están tras la pista de defraudaciones informáticas a nivel internacional.

También se estudia hasta qué punto pudieron estar involucrados el hermano menor y los padres del adolescente.

Hace más de un año que los especialistas de la División Delitos Tecnológicos de la Policía Federal estaban tras la pista de este pirata informático. Comenzaron a seguirle el rastro luego de la denuncia de una empresa de “hosting” que había detectado que alguien interfería en los giros de dinero que le hacían sus clientes. La plata salía del portal Dineromail pero nunca llegaba a destino.

Luego de más de un año de análisis de los movimientos del “súper hacker” –como lo bautizó la Policía–, el negocio se le terminó hace unas dos semanas. Por orden de la jueza de Instrucción de Capital Wilma López, la Federal allanó su casa. Allí se encontraron y secuestraron gran cantidad de computadoras que ahora son analizadas.

El día del allanamiento, la Policía tomó un recaudo extra: cortó la energía eléctrica de toda la cuadra. “Lo hicimos para que el hacker no pudiera acceder a sus equipos y borrara información clave.

También para que no sospechara al ver que toda la cuadra no tenía luz y no sólo él ”, agregaron los investigadores, que secuestraron computadoras con capacidades de cálculo muy superiores a las corrientes, cables de conexión especiales, servidores, routers y 14 discos rígidos.

Del operativo participó la fiscal Graciela Gils Carbó que en ese momento imputó al adolescente una serie de delitos, entre ellos “acceso ilegítimo al sistema informático” (que tiene entre 15 días y seis meses de prisión), “daño informático” (15 días a un año de prisión) y “fraude informático” (hasta seis años de prisión).

El operativo se bautizó “Zombie” porque una de las modalidades usadas por el hacker era intervenir las computadoras de las empresas cuando éstas no estaban en uso o, como se dice en la jerga informática, cuando estaban “dormidas”.

“Descubrimos varias modalidades. Este hacker vulneraba a empresas de hosting (con lo que se define “ataque por denegación de servicio”) y las hacía caer, dejaban de prestar servicio. Por un lado lo hacía porque eran su competencia, ya que él se dedicaba a lo mismo. Por otro, le daba pie para comunicarse con ese lugar y ofrecer sus servicios para solucionarles el problema”, detallaron las fuentes consultadas por Clarín.

Una de las maniobras mas redituables consistía en plantar un virus informático del tipo “malware” que realizaba los desvíos del dinero. El cliente de un sitio pensaba que pagaba por un servicio y todo iba a manos del adolescente de San Cristóbal.