Un comerciante marplatense fue condenado hoy a 15 años de prisión por haber matado a balazos a un amigo, al que luego descuartizó con una motosierra y finalmente arrojó los restos en el bosque Peralta Ramos, previa lectura de un manual de criminalí­­stica.

El veredicto fue dictado este mediodía contra Juan Ignacio Novoa (31), por el "homicidio agravado por el uso de arma de fuego" de Walter Farí­as (27), en tanto que otro imputado, Adrián Galluzo (33) recibió una pena de dos años por "encubrimiento agravado".

Al culminar la audiencia, Novoa fue conducido nuevamente al penal de Azul, donde está detenido, en tanto que Galluzo seguirá en libertad, aunque fue declarado "reincidente" porque ya tenía una condena anterior por "comercialización de drogas".

Durante la lectura del fallo, que se caracterizó por una fuerte presencia de policías dentro y fuera de la sala, estuvieron presentes los dos acusados y los cuatro hermanos de la víctima, que se mostraron emocionados por las condenas impuestas.

"Es un fallo muy ecuánime, ajustado a derecho. Estoy conforme así que no vamos a apelar", dijo a Télam Celia De Caro, abogada de la familia de Farías, que había pedido una condena de 33 años para el acusado del crimen y seis para el otro imputado.

Es que el tribunal aplicó una pena mayor a la solicitada por el fiscal Juan Pablo Lódola, que había solicitado 13 años de prisión para Novoa y dos para Galluzo.

En los fundamentos, el Tribunal Oral en lo Criminal 1, integrado por Facundo Gómez Urso, Aldo Carnevale y Pablo Viñas, descartó que al momento de los hechos Novoa sufriera una imputabilidad "disminuida" por su adicción a las drogas, tal como alegó su defensora oficial, Carla Auat, quien ya adelantó que apelará la condena.

Los magistrados remarcaron que el imputado tenía "plena capacidad" para comprender lo que hacía y "distinguía lo lícito de lo ilícito" cuando mató y luego descuartizó a Farías.

Sobre Galluzo, los jueces Gómez Urso y Viñas entendieron que tenía "pleno conocimiento" de que estaba transportando un cadáver cuando Novoa le pidió ayuda tras matar a Farías y consideraron que la amistad que los imputados tenían "no era tan íntima" como para que a él no le quedara otra opción.

El hecho ocurrió entre el 13 y el 14 de enero de 2012, cuando Farías y Novoa, que eran amigos, viví­an juntos y eran adictos a las drogas, mantuvieron una discusión en el local "Union Carpet", situado en Alvarado 2569, propiedad de la familia del imputado.

Se cree que Farí­as estaba sentado frente a una computadora cuando fue asesinado de tres disparos en el rostro y uno en el abdomen.

Novoa mantuvo el cuerpo en el local tres dí­­as y mientras tanto se dedicó a buscar información en Internet sobre quí­micos para limpiar la sangre, dónde comprar una motosierra y se bajó un manual de criminalí­stica para no dejar huellas.

Después, descuartizó el cuerpo en el local y luego de intentar con varios amigos, le pidió ayuda a Galluzo con el fin de descartarse del cadáver, para lo cual contrató servicios de un fletero con la excusa de hacer limpieza en su local.

Los hombres subieron a una camioneta bolsas con maderas, alfombras viejas y aparentemente el cuerpo descuartizado estaba camuflado en una mesa de televisión tapada con guata, pese a lo cual se sentí­­a un olor nauseabundo, según declaró el fletero.

El chofer contó que llevó a los dos amigos hasta un terreno baldí­­o en el bosque Peralta Ramos y que pese que dio aviso al 911 de que algo extraño estaba sucediendo, la Policí­a nunca concurrió al lugar.

Por eso, al dí­a siguiente se presentó en los tribunales marplatenses con un abogado y relató lo ocurrido.

Mientras que los familiares y amigos de Walter ya lo estaban buscando, un vecino vio las bolsas dejadas por los amigos cerca de un arroyo y las quemó como hací­­a habitualmente con la basura.

Finalmente, el 20 de enero un "ciruja" advirtió la presencia de restos humanos en el lugar y la Policí­a Cientí­fica logró rescatar el cráneo y una mano, entre otras piezas.

La ví­ctima fue identificada por sus piezas dentarias y por las huellas dactilares que se pudieron obtener de una mano a la que no la habí­a alcanzado el fuego porque estaba dentro de una lata de pintura.

De Caro dijo que rápidamente se vinculó a Novoa con el crimen "porque su negocio era el último lugar donde Walter habí­a estado y cuando la Policí­­a hizo las pruebas de luminol enseguida encontraron las manchas de sangre a pesar de que habí­­a limpiado y pintado".

Además, Novoa le habí­­a pedido ayuda a varios amigos para irse de Mar del Plata y a uno de ellos le terminó confesando el crimen.