Decenas de manifestantes protestaron por las calles, quemaron una bandera estadounidense, causaron destrozos en algunos comercios de la zona y gritaron consignas contra la Policía, después de que ayer otro adolescente afroestadounidense murió baleado por dos efectivos policiales en la localidad de Saint Louis, en Missouri, Estados Unidos. 

Aunque la información oficial indicó que la víctima iba armada y amenazó a los policías, varias decenas de afronorteamericanos fueron al lugar de los hechos y se manifestaron contra la Policía por las calles de la ciudad, muy cercana a la de Ferguson, donde hace un año fue asesinado por un policía blanco el adolescente afrodescendiente Michael Brown. Al menos nueve personas quedaron detenidas por bloquear la circulación en las calles de la ciudad y por lanzar objetos, incluidos ladrillos, piedras y botellas, contra las fuerzas de seguridad.

Los hechos que culminaron con la muerte del joven de 18 comenzaron cuando dos agentes de la Policía municipal fueron a allanar una vivienda de uno de los barrios más conflictivos de la ciudad y antes de que pudiesen entrar, dos jóvenes afronorteamericanos huyeron por la puerta trasera, según informó Sam Dotson, jefe de Policía de Saint Louis. También, de acuerdo a la versión del jefe policial, los agentes ordenaron a los jóvenes que se detuviesen, ante lo que uno de ellos apuntó con un arma a los policías, que le dispararon cuatro veces y le causaron la muerte.

"Los agentes buscaban armas, iban por criminales violentos, por gente que cometió crímenes en el vecindario", justificó Dotson, quien argumentó que la pistola con la que el adolescente fallecido apuntó a los policías era robada y que los efectivos encontraron cocaína en la casa.