La nueva edición muestra a un perro a la carrera sosteniendo entre los dientes su Charlie Hebdo mientras huye de la jauría que lidera el e xpresidente Nicolas Sarkozy transformado en caniche junto a un pitbull con los rasgos de la ultraderechista Marine Le Pen, algunas de las clásicas dianas predilectas del semanario.

"C'est reparti!" ("¡Volvemos a empezar!"), avisa la portada, obra del dibujante Luz, con una frase que devuelve las páginas de Charlie a su ambición habitual: "Reír para despertar la reflexión del lector", como recuerda su editorial.

Firmado por el hoy director de la revista, el viñetista Laurent Sourisseau "Riss", sus líneas rememoran los sangrientos sucesos del 7 de enero, una demostración -asegura- de que "aún hace falta tiempo y sangre para que las religiones acepten definitivamente el contrato democrático".

"Los asesinos se dejaron encerrar en el confort de la religión, que proporciona todas las respuestas y ahuyenta la reflexión; la duda es el peor enemigo de lo religioso y en 'Charlie Hebdo' nos pasábamos el tiempo dudando", concluye el dibujante, aún convaleciente del balazo en la espalda que recibió en el ataque.

Y aunque no con la masiva afluencia que sucedió al primer número post atentado, los lectores volvieron a buscar su "Charlie'" a los kioscos, muchos de los cuales mostraban esta mañana el cartel de "agotado".

La revista tiene previsto imprimir 2,5 millones de ejemplares en esta ocasión, después de superar los ocho millones con la histórica edición especial que sucedió al ataque, en el que perdieron la vida 12 personas, entre ellos algunos de los caricaturistas más famosos de Francia.

En una entrevista publicada hoy por el diario Le Parisien, Riss descartó volver a publicar caricaturas de Mahoma a corto plazo: "No renunciamos a nuestras convicciones, pero queremos pasar página".

"'Charlie' sigue siendo una diana y no nos vamos a someter, no vamos a cerrar la boca", dijo Riss, que cuenta con vigilancia policial permanente.

En los últimos días se ha sabido que algunos de los colaboradores de la publicación, como la columnista de origen marroquí Zineb El Rhazoui, continúan recibiendo amenazas de muerte, una rutina habitual para Charb, Cabu, Tignous, Wolinski y Honoré, las plumas asesinadas por los hermanos Said y Cherif Kouachi.

"Nuestro homenaje -sentencia Riss en su memoria- pasa por hacer un periódico que no les avergüence".