En su discurso anual ante las dos cámaras del Parlamento, el mandatario anunció que "quien legalice sus recursos y propiedades en Rusia, recibirá sólidas garantías de que no será perseguido por distintos órganos estatales, entre ellos las fuerzas del orden, ni se le preguntará por el origen del capital".

La amnistía será "total", pero se hará "una sola vez", aclaró el líder del Kremlin, quien advirtió que tras la implementación de esa medida Rusia debería "pasar la página de los paraísos fiscales en la historia de nuestra economía y de nuestro país".

La decisión fiscal se enmarca dentro de las medidas propuestas por Putin para superar la compleja situación económica que atraviesa el país, a las puertas de una recesión por la caída de los precios del petróleo y las sanciones de Occidente, y con el rublo depreciado en un 50 por ciento desde comienzos del año.

Precisamente, obligado a reaccionar frente a la brusca caída del rublo de los últimos días, el presidente ruso anunció "acciones duras y coordinadas para aplacar las ganas de los llamados especuladores", al tiempo que advirtió que "las autoridades saben quienes son".

La moneda rusa batió ayer otro récord negativo en su cotización ante las principales divisas internacionales, donde un euro llegó a cambiarse por 67,9 rublos, mientras que la moneda estadounidense alcanzó los 54,86 rublos.

El mandatario ruso, en ese marco, reconoció que las sanciones económicas son "perjudiciales" para el país y no dudó en afirmar que incluso sin la anexión de la península de Crimea y la crisis en Ucrania, Occidente "habría encontrado otro pretexto" para imponerlas.

No obstante reconocer el daño, Putin aseguró que "las así llamadas sanciones, y las limitaciones externas, son un estímulo para avanzar más rápido y acelerar el logro de nuestros objetivos".

"Hablar con Rusia desde una posición de fuerza es inútil. La política de contención no fue inventada ayer, se aplica contra nuestro país desde hace muchos años, siempre, se puede decir que décadas, si no siglos", apuntó.

Al defender la posición rusa en el conflicto en el este de Ucrania, detonante del actual aislamiento por las sanciones occidentales, en clara referencia a Estados Unidos y la Unión Europea, tachó de "claro cinismo" el respaldo occidental al derrocamiento del presidente ucraniano Víktor Yanukovich en febrero pasado -lo que calificó de "golpe de Estado"- y a la violencia contra los civiles en el este de Ucrania.

El jefe del Kremlin criticó también a Occidente por apoyar al Ejército ucraniano en su represión de la población pro rusa, como el suceso ocurrido en Odesa (mar Negro) en mayo pasado "cuando la gente fue quemada viva".

"Ahora nos intentan convencer por todos los medios de que esta es la política más sopesada y acertada, y que nosotros debemos subordinarnos de manera ciega y sin pensarlo. Esto no ocurrirá", afirmó.

Subrayó, además, que Moscú respeta la soberanía ucraniana, pero criticó la falta de diálogo sobre el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la UE, detonante de las protestas antigubernamentales en Kiev.

"No veo que nuestros colegas occidentales ardan en deseos de hacer eso (ayudar a Ucrania) ni que las autoridades actuales de Kiev quieran resolver los problemas de sus ciudadanos", señaló.

Por otra parte, Putin criticó la política de contención occidental y subrayó que el Ejército ruso "es moderno (...) y, como se dice habitualmente, educado, pero temible" y recalcó que "nadie podrá lograr la superioridad militar sobre Rusia".

No dejó de subrayar, no obstante, que "bajo ninguna circunstancia nos planteamos suspender nuestras relaciones con Europa y EEUU", y anunció que al mismo tiempo restaurarán y ampliarán los lazos tradicionales con el sur del continente americano y continuarán la cooperación con África y los países de Medio Oriente.