Días después de una protesta contra un acto de discriminación a una pareja gay en un espacio público en Londres, un joven denunció otro hecho de similares características, pero con una fuerte violencia verbal, en un colectivo.

Jack James, 23 años, denunció que el conductor de un colectivo 89 donde viajaba con su novio, cerca de Blackheath, al sudeste de Londres, los obligó a bajarse del vehículo, en medio de una ola de insultos.

"Estábamos charlando cuando mi pareja me dio un beso en los labios. El conductor del autobús gritó: «Hey, ustedes dos, no hagan eso en mi puto autobús o se pueden bajar, no quiero ver eso»", contó James al diario Evening Standard.

El joven agregó que la pareja pensó que no les estaba hablando a ellos, pero, antes de bajarse, se quiso sacar la duda. "Cuando el autobús se detuvo en nuestra parada me acerqué al conductor y cortésmente le pregunté al conductor si nos estaba hablando a nosotros. Su respuesta fue: «Sí, es mi autobús, son mis reglas, y yo no quiero ver eso. Es repugnante. Bájense del autobús»", relató James.

El hecho habría ocurrido el pasado 8 de agosto, alrededor de las 22.30.

"Una vez que nos bajamos del autobús nos seguía echando humo y yo estaba temblando. El colectivo se detuvo otra vez y él gritó y nos dijo que no eran hombres de verdad y que deberíamos irnos a la mierda", terminó su relato el joven.

Ante el revuelo que generó las declaraciones de James, Ken Davidson, jefe de operaciones de Transport for Londres (TFL), un organismo del gobierno de la capital británica, dijo: "Todos los clientes tienen derecho a utilizar nuestros servicios sin temor a ser abusado y comportamiento ofensivo es completamente inaceptable".

"Queremos asegurarle al señor James que este asunto se está tomando muy en serio y que una investigación a fondo se está llevado a cabo por [la compañía de colectivos] Go-Ahead", agregó.

TFL, de hecho, ya comenzó su propia investigación, para la que analizarán los videos de seguridad, pero fuentes aseguran que ya identificaron al conductor.

El 15 de octubre, cientos de personas participaron en una campaña de "besos consentidos" en la tienda de Sainsbury en Brighton, en protesta por el maltrato que recibieron dos mujeres que fueron amenazadas con la expulsión de la tienda por besarse unos días antes.