Mientras el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, hablaba de paz en Suiza y su canciller se sentaba a negociar en Berlín con Rusia, en el este ucraniano la primera línea de los combates con los rebeldes pro rusos se trasladó hoy Donetsk a la provincia vecina de Lugansk, demostrando que el conflicto no para de crecer.

Varios convoyes conducidos por milicianos separatistas y que transportaban armamento pesado fueron vistos en la ruta que conecta la ciudad de Donetsk, el epicentro de los combates durante los últimos meses, con la frontera de la provincia de Lugansk, según informó la cadena de noticias CNN.

El Ministerio de Defensa de Ucrania no confirmó la noticia, pero anunció que están preparando una ofensiva para enfrentar una posible toma rebelde de una zona estratégica a sólo 40 kilómetros al oeste de la ciudad de Lugansk, conocida como Checkpoint 31.

Este mismo lugar había sido escenario de fuertes combates en octubre y noviembre pasado ya que es un punto vital para la conexión de las ciudades de Donetsk y Lugansk, los dos principales bastiones del levantamiento separatista pro ruso que en abril pasado tomó los gobiernos de esas dos provincias y desde entonces controla una parte importante del este del país.

Además de la creciente violencia en el terreno, la tensión también sigue aumentando en el plano diplomático.

Desde el Foro Económico Mundial de Davos, Poroshenko se describió ante un grupo de periodistas como "el presidente de la paz", pero inmediatamente volvió a acusar a Rusia de ayudar a los separatistas y denunció que actualmente hay unos 9.000 soldados y 500 tanques rusos en las provincias de Donetsk y Lugansk.

Pese a esta nueva acusación, Poroshenko envió a su canciller, Pavlo Klimkin, a Berlín para una nueva reunión con su par ruso, Serguei Lavrov, organizada por los gobiernos de Francia y Alemania.

Mientras que Poroshenko adelantó desde Davos que "no hay nada que negociar en Berlín" porque ya existe un memorando de paz, firmado en septiembre pasado en Minsk, la capital bielorrusa, Lavrov reiteró la propuesta de replegar el armamento pesado de ambos bandos a la línea delimitada en Minsk el año pasado.

Sin embargo, el plan de Moscú, que a principio de esta semana fue rechazado por Kiev, no dice nada sobre el territorio, equivalente a unos 500 kilómetros cuadrados, que las milicias separatistas ganaron desde el anuncio del memorando de paz, que llamaba a ambos bandos a replegarse y desmilitarizar una línea divisoria.

La canciller alemana, Angela Merkel, explicó hoy que convocaron a los ministros de Relaciones Exteriores porque no querían "otro encuentro a nivel presidencial que terminara sin resultados" y se mostró esperanzada de que surgiera un nuevo marco para reanudar las negociaciones, que quedaron estancadas desde diciembre.

En esos últimos encuentros en Minsk, Kiev, las autoridades separatistas, Moscú y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) firmaron una segunda tregua que se mantuvo con relativo éxito hasta los primeros días de este año. Desde hace dos semanas, los combates se reiniciaron con fuerza.

El comandante adjunto del Estado Mayor de las milicias separatistas de Donetsk, Eduard Basurin, informó a la agencia de noticias rusa Tass que alrededor de 500 soldados ucranianos murieron y otros 1.500 resultaron heridos en las últimas 72 horas en combates. Ni el Ejército ni el gobierno nacional confirmaron estas cifras.

También hoy, autoridades de Donetsk leales al gobierno central y fuentes de los separatistas en Lugansk informaron que 10 civiles murieron en las últimas 24 horas en ataques de artillería en el este del país, seis en la primera provincia y cuatro en la segunda.
Distintas agencias de la ONU estiman que más de 4.800 personas fallecieron por los combates entre el Ejército y sus grupos paramilitares aliados y las milicias separatistas pro rusas.

Además, Naciones Unidas calculó que más de un millón de personas fueron desplazados de sus hogares, la mayoría de los cuales se refugiaron del otro lado de la frontera rusa.