El vicepresidente ejecutivo de Venezuela, Nicolás Maduro, asumió la presidencia del país al jurar ante la Asamblea Nacional, con la ausencia de los legisladores opositores de la Mesa de Unidad Democrática (MUD).

"Juro a nombre de la lealtad más absoluta al comandante Hugo Chávez que cumpliremos y haremos cumplir la Constitución con la mano dura de un pueblo dispuesto a ser libre."

Nicolás Maduro, al borde del llanto, tomó posesión anoche de la presidencia encargada de Venezuela, en medio de una intensa polémica que amenaza con marcar la minicampaña política que se iniciará en las próximas horas.

"¡Con Chávez y Maduro, el pueblo está seguro! ¡Es Maduro, Chávez lo dijo!" Con el único apoyo internacional de Rafael Correa, presidente de Ecuador, el nuevo hombre fuerte del chavismo dejó muy claro, entre los eslóganes de sus partidarios, que "luchará incansablemente por que el pensamiento del presidente Chávez se solidifique aún más", como le dictó Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional.

Maduro nombró luego al ministro de Ciencia y Tecnología, Jorge Arreaza, yerno de Chávez y cuyo peso político en el chavismo creció mucho en los últimos meses, nuevo vicepresidente. Y pidió al Consejo Nacional Electoral (CNE) convocar "inmediatamente" a elecciones presidenciales, que podrían ser el 14, 21 o 28 de abril próximos.

Las cacerolas comenzaron a sonar ipso facto mientras se realizaba el acto de juramentación. "¡Escuálidos, cállense! ¡Viva Chávez, carajo!", contestaban desde edificios colindates. Las dos Venezuelas de siempre enfrentadas una vez más.

"Perdonen nuestro dolor, pero esta banda le pertenece a nuestro comandante. Esto es algo raro, parece una pesadilla", intentó argumentar Maduro. Recordó cómo Chávez le comunicó que no iba a salir de la operación. Y destacó que se trató de una "enfermedad extraña", e insistió en la teoría de la conspiración.

"Quizás en ese momento [diciembre] no entendía claramente su decisión, pero yo no podía hablar, porque sabía que siempre su intuición había sido certera. Y su intuición le decía que él no iba a salir de este trance. Él sabía que la fuerza podría no darle ni siquiera para salir de la operación", recordó ante el público de la Asamblea, entre los que estaba el canciller argentino, Héctor Timerman.

"Asumo esta banda para proteger al pueblo y para continuar su camino, la revolución, el socialismo bolivariano. Para cumplir su legado. No es por ambición personal", sentenció el hombre cuyo apellido "no es de la oligarquía rancia de este país".

Mientras Maduro vivía su momento de gloria política, el llamado a ser su rival amagaba con no presentarse a las elecciones. El debate está abierto en el seno de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y Henrique Capriles quiso aprovechar la presencia de los medios internacionales para denunciar lo que la oposición considera abusos del poder.

"La sentencia emitida antes de iniciar el funeral del presidente es un fraude constitucional y así lo denunciamos al mundo", clamó Capriles. "Para ser presidente, el pueblo tiene que elegirlo a usted. Esta juramentación es espuria completamente", añadió, en una intervención en la que enfatizó el respeto por Chávez y, por el contrario, la máxima dureza contra Maduro.

"No crean que aquí no está pasando nada. Mientras ustedes estaban en el funeral, el [Tribunal] Supremo lanzaba esta perlita. Maduro necesita abusar del poder para ir a elecciones", insistió el gobernador de Miranda, que desveló que se puso en contacto con el gobierno para asistir al funeral de Estado de ayer: "Mejor que no vengan, me contestaron".

"Huele a que la oposición no postulará a su candidato. El miedo es libre, los demás son excusas", vaticinó Cabello en su cuenta de Twitter.

Sólo democristianos de Copei, uno de los partidos tradicionales de la llamada Cuarta República, hicieron acto de presencia en la Asamblea. También Ricardo Sánchez, un diputado disidente dentro de la oposición. Un acto que supuso la segunda rectificación gubernamental en 24 horas. Darío Vivas, vicepresidente del Congreso, sorprendió al país al anunciar que la ceremonia de la juramentación no se realizaría en la Academia Militar. Evitando futuros problemas jurídicos, el oficialismo decidió cumplir la Constitución y llevarse la toma de posesión a la Asamblea. La oposición había protestado por trasladarla, sin ningún motivo, a un recinto militar. Y el gobierno de Maduro quería aprovechar la marea de solidaridad levantada en torno al cadáver de Chávez.

La juramentación de Maduro contó con la cobertura legal acostumbrada en el chavismo: una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, escrita como anillo al dedo oficialista.

"Durante el proceso electoral para la elección del presidente de la República, el presidente encargado no está obligado a separarse del cargo", ordena el alto tribunal, requisito necesario para mantener la hoja de ruta oficialista.

Distintos constitucionalistas apoyan la denuncia de Capriles. Para el prestigioso jurista José Ignacio Hernández, "la sala constitucional obvia interpretar la ley de procesos electorales, que impide a un funcionario en ejercicio postularse a cargos. El único funcionario que puede postularse a presidente sin separarse es el presidente electo, no el presidente encargado".