La sorpresiva renuncia del papa Benedicto XVI y el comienzo de la etapa de "sede vacante" abrió enseguida las apuestas sobre quién será el sucesor del Sumo Pontífice tras sus ocho años de gestión.


Como suele suceder en estos casos, en el seno del Vaticano ya empezaron a cobrar fuerza algunos nombres en la carrera por ocupar el máximo cargo de la Iglesia Católica.


Uno de los "papables" para ocupar el lugar de Joseph Ratzinger es el cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán, quien se alista en las primeras filas.


También figuran entre las preferencias el cardenal Christoph Schoenborn, arzobispo de Viena y aliado cercano del Papa, y el cardenal Marc Ouellet, director canadiense de la oficina del Vaticano para los obispos.


Otro nombres, aunque menos probables, son el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, un hombre popular que respalda la línea conservadora de Benedicto XVI, y Peter Turkson de Ghana, ahora responsable del departamento de justicia y paz del Vaticano.


Dentro de la región, los principales candidatos parecen ser Odilo Scherer, arzobispo de la enorme diócesis de Sao Paulo, o el ítalo-argentino Leonardo Sandri, que ahora dirige el departamento vaticano de las Iglesias Orientales.


Alrededor de la mitad de los cardenales que pueden votar son europeos, incluso a pesar de que solo un cuarto de los católicos de todo el mundo vive allí. Si el cónclave se inclina por el Viejo Continente, los observadores del Vaticano dicen que Angelo Scola de Milán es el favorito.


Todos los cardenales menores de 80 años pueden votar en el cónclave, una reunión secreta que se celebra en la Capilla Sixtina.