En un nuevo capítulo sobre el escandaloso affaire que terminó con la renuncia del jefe de la CIA, David Petraeus, la prensa estadounidense divulgó horas atrás la identidad de la segunda mujer involucrada en el caso: Jill Kelley, una mujer maronita de 37 años de origen libanés residente en Tampa (Florida) y amiga de la familia del general retirado, casada y madre de tres niños.

Los medios estadounidenses publican fotos de la destinataria de los amenazadores correos electrónicos anónimos supuestamente remitidos por la amante del general Petraeus, su biógrafa, Paula Broadwell, y que originaron las primeras investigaciones del FBI que condujeron al correo del director de la CIA.

Petraeus, que presentó su renuncia al presidente estadounidense, Barack Obama, tras admitir su relación extramarital, cesó como director de la CIA el pasado viernes.

Kelley y su esposo, el cirujano Scott Kelley, difundieron un comunicado en el que señalan: "Nuestra familia ha sido amiga de la familia Petraeus durante cinco años. Respetamos su intimidad y la de su familia y queremos lo mismo para nosotros y nuestros tres hijos".

Algunos medios citan a próximos al general retirado que describen como una simple amistad la relación con esta mujer que, sin embargo, provocó los celos de la amante del general.

El "Tampa Bay Times" recuerda que Petraeus y su esposa fueron huéspedes de la familia Kelley en enero de 2010 en su lujosa mansión en Tampa, cuando el general aún dirigía el Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM) desde la base aérea de MacDill, en Florida.

Kelley es descripta por la prensa norteamericana como una defensora de las causas militares, vinculada a la unidad de contraterrorismo.

Según la cadena de televisión ABC, Petraeus aseguró a sus amistades que la relación con Broadwell comenzó después de retirarse del Ejército en agosto de 2011.

Y según "The New York Times", los altos responsables del FBI y el Departamento de Justicia fueron informados el pasado verano de la relación extramarital de Petraeus confirmada por esa investigación, desatada, siempre según esta versión, por las quejas a un oficial del FBI amigo de la propia, Jill Kelley.

Miembros del Congreso dijeron que desean obtener más detalles sobre la investigación del FBI, preguntándose desde cuándo el general retirado surgió en la pesquisa, si se vio comprometida la seguridad nacional y por qué no se les comunicó del asunto con celeridad, y se esperó hasta después de las elecciones presidenciales para hacer el asunto público.