La demanda, que pertenece a la ciudadana belga Ingrid Jeanne Sartiau, de 48 años, "cumplía con los requisitos legales", según fuentes del tribunal citadas por la prensa española.

El pleno de la Sala Civil del Supremo, formado por 12 magistrados, también estudió otra demanda, la del catalán Alberto Solá Jiménez, que fue rechazada, de acuerdo con la misma fuente.

La decisión, de la que no trascendieron demasiados detalles, es contraria al criterio de la Fiscalía del alto tribunal, que se oponía a ambas querellas al considerar que no cumplían con el principio de prueba que exige la Ley de Enjuiciamiento Civil para estos casos.

De acuerdo con las fuentes del Supremo, los demandantes debían presentar al menos algún documento que acredite la relación sentimental entre sus madres y el rey Juan Carlos, como una foto, carta, u otra prueba que aporte algún indicio.
Juan Carlos I accedió al trono en noviembre de 1975 y abdicó en junio del año pasado a favor de su hijo Felipe VI, lo que supuso la pérdida de la inviolabilidad que le reconocía la Constitución española.

Sin embargo, menos de un mes después de dejar su cargo, el Congreso español ya había aprobado su aforamiento, lo que implica que sólo puede ser juzgado por el Tribunal Supremo, al igual que muchos otros altos cargos del Estado.

Las demandas habían sido rechazadas previamente por los juzgados de primera instancia ante la inviolabilidad de la figura del monarca establecida por la Constitución en medio del vacío legal creado hasta su aforamiento.

Desde el Palacio de la Zarzuela declinaron hacer declaraciones en torno a la decisión judicial, que los medios locales dicen que "respetan".

Por su parte, Sartiau, que dice ser hija ilegitima de Juan Carlos I, celebró la decisión judicial a través de su perfil de Facebook, donde colgó una foto de su supuesto padre sonriendo. La demandante ya pidió una prueba de ADN del ex monarca pero el tribunal debe resolver aún si admite o no la prueba.

El rey Juan Carlos deberá responder a la demanda y luego tendrá lugar una audiencia pública que podría ser a puerta abierta o cerrada, y que podría incluir un interrogatorio al ex monarca, algo inédito en la historia democrática de España.

Un acuerdo previo entre las partes es la única forma de evitar esta situación que dañaría aún más la imagen y el reinado de Juan Carlos I, quien previo a su abdicación se vio envuelto en numerosos escándalos.

El más grave, del que aún no se ha podido desmarcar, es el caso de corrupción del Instituto Nóos, por el que será juzgada su hija menor, la infanta Cristina, y su marido, Iñaqui Urdangarín, quien utilizó la influencia del entorno de la monarquía para apropiarse de cerca de seis millones de euros de fondos públicos.

El declive de Juan Carlos I comenzó cuando tuvo que pedir perdón a los ciudadanos españoles por un costoso viaje de caza de elefantes en Botswana en el peor momento de la crisis económica que atravesaba el país, del que la opinión pública tuvo conocimiento porque el ex monarca se rompió la cadera.

Cuando el monarca ya se había disculpado, la prensa europea reveló imágenes y dio detalles de una supuesta amante del rey Juan Carlos, una alemana llamada Corinna zu Sayn-Wittgenstein, 28 años más joven que él.

A pesar de que las “aventuras” extramatrimoniales del rey eran “vox pópuli” en España, hasta que estalló en caso Nóos nunca antes la prensa española había dejó al rey tan expuesto.

Según la historia que explicó Ingrid a la revista Vanitatis en 2012 y que reproduce la prensa española, la madre de Ingrid, Liliane Sartiau, conoció al rey Juan Carlos en 1956 en Francia.

Diez años después, en 1966, se reencontraron en una feria en Luxemburgo y ahí fue cuando intimaron. Fruto de esa relación nació Ingrid, un año después que la infanta Cristina y antes que el rey Felipe VI.

La demandante supo que el rey Juan Carlos era su padre hace más de 10 años cuando su madre le reveló ese dato mientras estaban mirando por televisión y pasaron unas imagen una visita del monarca a Bélgica.

No obstante, comenzó a interesarse por el reclamo de filiación mucho después, en 2012, cuando se enteró de la publicación de un libro sobre hijos legítimos del rey de España, y contactó con Alberto Solá Jiménez, el otro demandante nacido en Barcelona en 1956 y quien desde los años 90 intenta demostrar que es hijo ilegítimo de Juan Carlos de Borbón.

Sartiau y Solá Jiménez dicen que se sometieron a un test de compatibilidad que estableció que son hermanos con un 91% de probabilidad.

A pesar de que las encuesta señalan que la imagen de la monarquía mejoró con el reinado de Felipe VI y Letizia, este nuevo escándalo supondrá un nuevo revés a la grave situación desencadenada tras la decisión judicial de sentar a la infanta Cristina en el banquillo de los acusados por cooperar en la evasión fiscal cometida por su marido.