En un hecho sin precedente en la historia de Italia, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, declaró hoy como testigo en un juicio que pretende aclarar si el Estado emprendió una negociación con la mafia en la década de 1990 para evitar atentados.
 
En el inusual interrogatorio, Napolitano, primer Jefe de Estado italiano en declarar en un juicio sobre la mafia, contestó a todas las preguntas que se le hicieron durante tres horas, según la presidencia de la República, aunque algunos abogados presentes dijeron que se negó a responder algunas.
 
Durante la declaración en el Palacio del Quirinal, sede de la jefatura del Estado, no se mencionó la palabra "negociación", según coincidieron en afirmar algunos de los presentes, en total unas cuarenta personas, en una comparecencia a puerta cerrada que mereció una gran atención mediática.
 
El abogado que representaba al Ayuntamiento de Palermo, Giovanni Airo Farulla, explicó a periodistas que Napolitano aseguró que nunca supo en aquellos años, cuando era presidente de la Cámara de los Diputados, de los supuestos acuerdos entre el Estado y la mafia siciliana, la Cosa Nostra, para detener los atentados.
 
Napolitano también respondió a las últimas revelaciones sobre que la mafia preparaba un atentado contra él, al asegurar que "no se sintió mínimamente turbado" ante esta posibilidad, dijo la abogada de uno de los imputados, Nicoletta Piergentile.
 
"Era algo que formaba parte de su cargo institucional", según explicó Piergentile, quien representa al ex ministro de Interior entre 1992 y 1994, Nicola Mancino, informó la agencia de noticias EFE.
 
Por su parte, Basilio Milio, defensor del también imputado Mario Mori, general de los Carabineros, explicó que aunque él no intervino por "respeto institucional", Napolitano respondió a todas las preguntas y en ningún momento rechazó contestar.
 
Según otros letrados, Napolitano nunca pronunció durante su interrogatorio la palabra "negociación" y sobre la carta de su asesor jurídico Loris D'Ambrosio, una de las pruebas, explicó que "nunca le dijo de qué acuerdos impronunciables" se trataba y que nuca supo los motivos que turbaban tanto a su colaborador.
 
También estaba presente Luca Cianferoni, abogado de Toto Riina, el sanguinario jefe de Cosa Nostra autor y cerebro de los atentados de aquellos años, quien explicó que Napolitano se ha definido como "un espectador" de todo este asunto y que durante sus respuestas defendió "la memoria de Loris D'Ambrosio".
 
La presidencia de la República aseguró que Napolitano respondió a todas las preguntas con "la máxima transparencia y tranquilidad" y expresó el deseo de que el interrogatorio sea transcrito lo antes posible para poder ser comunicado tanto a los órganos de información como la opinión pública.
 
El Tribunal de Palermo admitió la petición de la fiscalía de llamar a declarar a Napolitano como testigo después de que salieron a la luz algunas conversaciones que mantuvo con uno de los imputados, el ex ministro de Interior entre 1992 y 1994, Mancino, y con D'Ambrosio.
 
La magistratura intervino los teléfonos y grabó las conversaciones de Mancino con Napolitano y D'Ambrosio, aunque estas después fueron destruidas al considerarlas ilegales pues el presidente de la República está amparado por la inmunidad.
 
Pero aún quedan como prueba una carta, sobre la que fue preguntado Napolitano, y que D'Ambrosio le escribió poco antes de morir y en la que, entre otras cosas, decía estar bastante preocupado "por haber sido considerado sólo un ingenuo y útil escribano para servir de escudo para pactos de los que no se podía hablar".
 
En el proceso que se está celebrando en Palermo se sientan en el banquillo miembros del gobierno y de las fuerzas del orden junto con los jefes mafiosos de aquellos años.
El pasado fin de semana la prensa reveló documentos relacionados con esa presunta "negociación".
 
Según el diario La Repubblica, los servicios secretos apuntaron a la existencia de un pacto Estado-mafia en un documento fechado el 20 de agosto de 1993 en el que se menciona el término "trattativa" (negociación).
 
El periódico Corriere della Sera, por su parte, publicó una carta enviada por el comandante de los Carabineros Antonio Viesti a la dirección de los servicios secretos en la que se lee su advertencia del "serio peligro" que corría en su opinión el juez Paolo Borsellino, asesinado poco después.
 
En la carta su autor informaba de que sus servicios habían conseguido detectar que Cosa Nostra pretendía crear "un clima de grave intimidación sobre los políticos italianos para desactivar el compromiso contra la criminalidad".
 
La misiva por lo tanto describía el clima de chantaje a las instituciones que propició supuestamente la aparición de la supuesta negociación entre el Estado y la mafia.