Tras ser recibido por Dilma Rousseff en el aeropuerto de Río de Janeiro, el papa Francisco recorrió las calles de la ciudad en un auto común.

Miles de fieles se acercaron al vehículo para intentar tocar o mirar de cerca a Francisco, quien en todo momento tuvo la ventanilla baja.

Los custodios de Francisco tuvieron que doblegar sus esfuerzos, ya que el automóvil quedó frenado varias veces. Incluso el coche sufrió las consecuencias de un atasco, al quedar detrás de una gran cantidad de micros.

Desde Brasiil el obispo de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera, destacó que “el Papa Francisco tiene el corazón de todos los pobres”.

Por Radio Continental agregó que “el Papa es un ejemplo de vida”.