Minutos después de firmar el acta de abdicación, los flamantes reyes de Holanda, Guillermo y Máxima, junto con la ahora princesa Beatriz, salieron a saludar al balcón del Palacio Real ante la multitud congregada en la céntrica Plaza Dam.

Bajo un clima de alegría y emoción, Beatriz le dio un beso al nuevo monarca de los Países Bajos. Minutos después, le tomó afectuosamente la mano a su nuera como símbolo de la unión entre ambas, mientras Guillermo pronunciaba un breve discurso. Máxima lo miraba atenta y en silencio, en uno de los costados del balcón.

Enseguida, Beatriz se ausentó y le dio paso al saludo oficial de los nuevos reyes y sus hijas Amalia, Alexia y Ariane. De fondo, sonaba el himno nacional.

Si bien en todo momento Beatriz dirigió su mirada y sus palabras hacia el flamante rey de Holanda, el gesto de tomar firmemente la mano de Máxima pareció mostrar no sólo un gesto afectuoso, sino también un vínculo de sostén y apoyo en un hecho clave en su vida como monarca: el final de su reinado.