Un menor de edad fue detenido este lunes en Barcelona acusado de ser el autor de una agresión presuntamente racista en el metro de esta ciudad española que ha causado una gran conmoción al difundirse un vídeo del suceso por internet.
  
En las imágenes, grabadas supuestamente por un amigo del agresor que las colgó el domingo en una red social, se ve como un joven rubio habla con postura amenazante a un hombre con rasgos asiáticos sentado en un vagón del metro de Barcelona.
  
De repente, el agresor empieza a propinar repetidamente puñetazos al joven asiático que se abalanza contra él hasta que los otros pasajeros consiguen separarlos y acaban echando del tren a la víctima.
  
La víctima, originaria de Mongolia, denunció el domingo por la noche los hechos ante la policía que este lunes detuvo al presunto
agresor, menor de edad, al que se le imputa una falta de lesiones y un delito de odio y discriminación, informó el cuerpo de
seguridad en un comunicado.
  
Dos jóvenes que iban con él en el metro, uno menor, fueron imputadas como coautores de los hechos.
  
El vídeo colgado en internet obtuvo una gran repercusión en las redes sociales y los diarios digitales de la región, causando una
gran conmoción y una oleada de condenas.
   
El domingo el ayuntamiento de Barcelona emitió un comunicado para "expresar su máxima condena y rechazo a la agresión".
 
"Queremos expresar que actitudes como estas no son aceptables en nuestra ciudad", afirmaba el comunicado.
  
La ONG SOS Racismo también publicó este lunes un comunicado condenando la agresión y reclamando "avanzar en políticas
antirracistas para garantizar la igualdad y la convivencia". 
   
"Este tipo de agresiones y sus acciones posteriores, como colgar el vídeo en las redes sociales, son una muestra flagrante y explícita de la presencia del racismo violento en nuestra sociedad y su grado de normalización", consideran.
  
En 2007, el metro de Barcelona fue escenario de una agresión similar. Un joven español agredió duramente a una ecuatoriana de
16 años, que recibió manotazos, pellizcos e incluso una patada en la cara.
  
En marzo de este año el agresor ingresó en prisión para cumplir ocho meses de condena, después de no realizar los trabajos 
comunitarios a los que se había comprometido con tal de evitar la cárcel.