En Chipre, los movimientos financieros y sus operaciones estarán sujetos a restricciones más duras para la transferencia de capitales, el retiro de fondos y todas las transacciones relacionadas con el comercio exterior, en el marco del férreo corralito bancario implementado a partir de la presión de la “troika” europea.

La máxima cantidad por persona, cuenta y día que podrá sacarse serán 300 euros (383 dólares), según decidieron el Ministerio de Finanzas y el Banco Central del país para evitar una huida masiva del capital al extranjero. La reapertura estuvo rodeada de un fuerte despliegue de seguridad para evitar situaciones de desborde en el interior y los accesos de entrada a las entidades financieras, informó por Continental Elsa Montalbán, argentina residente en la isla mediterránea.

Los bancos “anunciaron restricciones a los movimientos de capital más duras de lo que se había esperado”, añadió en La Mañana. Sin embargo, volverán a permitirse órdenes de transferencias periódicas para el pago de salarios y volverá a funcionar el sistema de banca online, posibilitando así que los empleados reciban sus sueldos.

Las transferencias al extranjero y los pagos con tarjeta de crédito en el extranjero se limitarán a 5.000 euros por persona y banco. Para cantidades de hasta 200.000 euros se requerirá una autorización del banco central y cada chipriota que salga al extranjero podrá llevar como máximo 1.000 euros en metálico (antes se había hablado de un límite de 3.000 euros) y no se permitirá sacar antes de tiempo los depósitos a plazo fijo.

Asimismo, las autoridades deberán ser informadas en el plazo de dos semanas de los ingresos por exportaciones, también en el caso de beneficios por la venta de bienes inmobiliarios.

Por otro lado, el gobierno de Chipre y la troika de acreedores del país mediterráneo - formada por el Banco Central Europeo, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional- decidieron despedir a las juntas directivas de las dos mayores instituciones financieras del país, el Banco de Chipre y el Laiki. El objetivo es “facilitar su saneamiento”. El Banco Central nombró una administradora para dirigir el desmantelamiento del Laiki y otro para el Banco de Chipre.