El 5 de septiembre, luego de más de cuatro meses de combates, los rebeldes, Kiev, Moscú y la Organización para la Seguridad y Cooperación para Europa (OSCE) firmaron el alto el fuego en Minsk, capital de Bielorrusia, que tras nuevas rondas de negociación se transformó en un memorando de paz.

El acuerdo incluía el intercambio de prisioneros de guerra, el reconocimiento de una autonomía de las zonas en conflicto y la convocatoria a elecciones bajo la órbita de Kiev.

Los combates y los ataques en el este de Ucrania disminuyeron pero nunca cesaron completamente, sólo algunos prisioneros fueron liberados y se realizaron elecciones en las provincias rebeldes fronterizas con Rusia a principio de mes pero no fueron reconocidas por Kiev.

Desde esos comicios, que refrendaron a las autoridades separatistas en el poder desde abril pasado, los combates recrudecieron y el gobierno de Ucrania reanudó y con más fuerza sus denuncias contra la vecina Rusia y su presunto apoyo militar a los separatistas.

"Insistimos en que el Grupo de Minsk debe reunirse de inmediato con la participación de representantes de la OSCE, Ucrania y Rusia", reclamó hoy Denis Pushilin, negociador jefe de la separatista República Popular de Donetsk, en un comunicado difundido a las principales agencias de noticias rusas.

El líder rebelde pro ruso agregó que están dispuestos a "viajar a Minsk en los próximos días y ponerse a trabajar", según reprodujo la agencia de noticias EFE.

El único actor relevante que respaldó hoy una vuelta a la mesa de negociación fue el canciller ruso, Serguei Lavrov, quien así se lo expresó a su par estadounidense, John Kerry, en una conversación telefónica que mantuvieron hoy, según informó el Ministerio de Relaciones Exteriores en Moscú.

En Kiev, en tanto, el vocero del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa ucraniano, Andrei Lysenko, acusó hoy a Rusia de movilizar grandes contingentes de su Ejército y su Fuerza Aérea a la frontera con Ucrania.

Otra vez, Moscú lo negó, pero la denuncia de Kiev se sumó a reportes de los últimos días de la misión de observadores de la OSCE sobre nuevos movimientos y despliegues militares en la zona de guerra.

El domingo pasado, la organización denunció ver un convoy de decenas de vehículos militares sin identificación en la provincia de Donetsk, y hoy informó en su reporte diario que "665 hombres y mujeres vestidas al estilo militar cruzaron la frontera en ambas (rusa-ucraniana) en ambas direcciones".

Además, los observadores de la OSCE también dijeron haber detectado ayer a un camión con un cartel que decía "Cargo 200" -el nombre clave que el Ejército ruso utiliza para referirse a los militares muertos- cuando entraba desde Rusia a Donetsk y luego volvía al territorio vecino unas horas después.

Uno de los principales asesores del Ministerio del Interior ucraniano, la cartera que junto con Defensa dirige la ofensiva militar contra los rebeldes en las provincias de Donetsk y Lugansk, advirtió hoy que su gobierno se está preparando para un inminente ataque de las milicias separatistas.

"Podemos confirmar sin dudarlo que la probabilidad de otra incursión es muy alta y debemos prepararnos para esto", sentenció Zoryan Shkiryak, en diálogo con la agencia de noticias rusa Interfax.

Ayer el ministro de Defensa ucraniano, Stepan Poltorak, ya había anunciado el envío de más tropas al convulsionado este del país, donde ya murieron más de 4.000 personas desde abril pasado, según la ONU.

Esta suma de declaraciones inflamatorias, que en los últimos días también incluyeron a la OTAN y a Washington, preocupan en el seno de Naciones Unidas.

"Estamos seriamente preocupados por la posibilidad del regreso de combates a gran escala", advirtió ayer el secretario general adjunto interino de la ONU para Asuntos Políticos, Jens Anders Toyberg, durante la 26° reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre el conflicto en Ucrania.