El largometraje busca conectar a los espectadores con el proceso creativo de la banda a través de una serie de filmaciones que exhiben, de manera íntima, la vida del grupo, la cotidianeidad y el día a día de los ensayos.

"Se me ocurrió el proyecto mientras estaba en medio de una filmación que me habían pedido los músicos para la grabación del disco `El calor del pleno invierno´; ellos querían tener los registros pero sin fines puntuales de nada", expresó Nicoli.

Emiliano Brancciari (voz y guitarra), Guzmán Silveira (bajo y coros), Diego Bartaburu (batería), Gonzalo Castex (percusión), Martín Gil (trompeta y coros), Denis Ramos (trombón), Mauricio Ortiz (saxo barítono y tenor), Pablo Coniberti (guitarra), Francisco Nasser (teclados) y el recordado y querido ex tecladista Marcel Curuchet cobran protagonismo en la pantalla grande -a lo largo de 70 minutos- entre amores, tristezas, risas y lágrimas.

"Siempre tuve ganas de hacer esta especie de estudio antropológico mostrando cómo se mueve una banda desde adentro. De a poco me empecé a meter un poco más en la situación. Les pedí que me ignoren, que no miren a la cámara y así comenzó todo", sostuvo sobre el desarrollo de la película.

Musicalizado por el cantante y compositor uruguayo Fernando Cabrera, a excepción del corte de difusión "Llueve tranquilo" difundido hace algunos días atrás, el filme que registró los movimientos de NTVG a largo de un año, tiene su locación principal en Uruguay y se adorna con pantallazos de la gira e imágenes de la banda en Perú, Colombia y Argentina.

Como el séptimo arte, la música resulta otro amor en la vida de Nicoli.

"Aunque el hecho de registrar la grabación del disco en este proyecto surgió casi de manera casual, toda la vida hubo música en mi familia y conozco un poco el paño", explica el director quien reafirma que "es una de las cosas que más me gusta y además es toda una experiencia aprender cómo se hace un disco".

El rodaje se caracterizó por la química y la disciplina porque "particularmente ellos son muy metódicos y puntuales. Arrancaban a las diez de la mañana y, salvo casos excepcionales, cortaban a las 8 de la noche; no es una banda de rock descontrolada" explicó Nicoli quien se identifica con esa dinámica de trabajo.

"No se me complicó en ese sentido -abundó- en este caso fue entenderlos y saber cómo seguirlos; fue darse cuenta, cuando los empecé a conocer, que una mirada particular significaba que alguien estaba a punto de decir algo y que determinado gesto podía desencadenar alguna reacción".

El resultado, que se fue gestando a lo largo de un año de simbiosis entre el director y la banda, denota que es imposible mantener la estructura cuando se trata de registros constantes. Según la experiencia de Nicoli: "Lo primero que hice fue ir por mi cuenta, hacer lo mío y traté de mimetizar mi mundo con el de ellos, pero siempre manteniendo mi postura y distancia. Terminamos siendo amigos en el transcurso aunque no quería ese traspaso".

Pero la filmación del documental tuvo un antes y un después del trágico accidente de Marcel Curuchet. En palabras del director: "Todo el proceso se paró en su momento. Nadie pensaba en el documental y existían planteos sobre si continuar con el grupo, cosas que me excedían porque no tengo que ver con la banda, así que me alejé e hice el duelo a mí manera".

Definido a sí mismo como un "obsesivo espantoso", Nicoli manifestó: "La distensión aparece cuando la cámara está apagada pero igualmente estoy todo el tiempo buscando algo y no puedo decirle a nadie qué es lo que quiero. El micrófono tiene que estar siempre prendido porque hay un montón de detalles".

Con respecto a la selección del crudo, el director explicó: "elegí aquellos aspectos del material que podían ser más rápidos desde el punto de giro, al final terminé armándolo como un guión. Los fragmentos que mostraban cómo se graba un disco y los que definían mejor a cada personaje, no podían faltar".

Dos detalles para destacar sobre el tratamiento espacio-temporal de la película. Por un lado el manejo del color, que según el director "está filmada directamente así. Decidí que todo lo que sucediese dentro de la sala iba a ser en blanco y negro para contextualizar".

Por otro lado, la cronología de los hechos. "Era imposible mostrar que las cosas se iban sucediendo una detrás de la otra", expresó.

Y agregó: "Siempre tuve una idea sobre el ciclo de la vida, el hecho de la muerte -uno de los ejes de la película- y lo que viene después con cada persona".

"Me pareció una buena idea para diferenciar momentos. Ellos tienen una temática especial con las cosas climáticas, así que me ayudaba a ordenarlos, pero después me fui dando cuenta de que cada estación se correspondía con el estado de ánimo de cada uno de los músicos", concluyó Nicoli.