Tras las Idas y vueltas en la vida de una de las bandas más destacadas de la historia del rock mundial, Roger Waters reconocío el error cometido hace 30 años.

“Sí, lo reconozco, me equivoqué, claro que lo hice, pero, ¿qué importa a esta altura? Fue una decisión comercial y, de hecho, fue una de las pocas veces que aprendí una lección tras una disputa legal”, destacó músico.

La disputa comenzó tras la salida del disco The Final Cut en 1983, cuando Waters entró en juicio con el resto de los integrantes de la banda por los derechos intelectuales.

En 1987, ambas partes llegaron a un acuerdo, y Waters se hizo con los derechos del famoso cerdo volador y de su obra magna, el disco The Wall, mientras que el resto de la banda seguiría utilizando el nombre de Pink Floyd, y a la postre firmando dos discos tras la disputa.