Mirtha Legrand fue la primera gran estrella argentina en usar los vestidos de Jorge Ibáñez. Aunque mantenía con él una relación profesional, era muy cercana al modisto y es por eso que su muerte la conmovió profundamente.

“Jorge Ibáñez fue un descubrimiento mío. Él me traía unos diseños tan bonitos y de muy buen gusto y me sugirió vestirme. El papá le había instalado un negocio en la calle Guido y sus vidrieras eran fantásticas”, señaló. “De esto hace ya más de 20 años”, agregó en Bravo.Continental.
 
“Estaba espléndido, muy bien. Estaba flaco, pero nadie se muere por ser flaco. Él era muy deportista y un ser extraordinario”, subrayó.

"Me llamó una amiga mía que hace bijouterie para sus desfiles y me contó. Ella pasó primero por el negocio de la calle Guido y vio que había gente llorando. Preguntó y no le quisieron decir en el negocio. Se fue a la casa de la calle Esmeralda y ahí vio que había policía en la puerta, ambulancias, intentó entrar y no la dejaron. Me llamó y me dijo averiguá que algo está pasando acá. Nadie me decía nada. Y al poco tiempo me enteré de esta desgracia", contó la diva de los almuerzos a TN.

"Estoy muy abatida", agregó, notablemente dolida por la muerte de quien consideraba un hombre "alegre, simpatiquísimo y muy buena persona". "Me ha afectado muchísimo, un querido amigo de muchos años. Justamente para mi vuelta a la televisión le había pedido que me vistiera. Ayer hablé con él. Le dije, '¿estás trabajando mucho Jorge?' 'Sí muchísimo. no dejo de trabajar', me dijo.

Un hombre muy vital. No puedo entender qué ha pasado", relató.

Sobre los comienzos de la carrera del modisto, Mirtha recordó: "Fue un descubrimiento mío Jorge. Me mandó unos bocetos una vez y yo pensé este chico tiene talento. Tenía algo que lo distinguía de los demás. Hace muchos años. Era muy jovencito. Ahora ya no había una semana que no me vistiera Jorge Ibáñez. Conocía mi cuerpo, mi estilo mi gusto, no había nada que él hiciera que no me favoreciera. Yo no lo visitaba en su casa. Era una relación profesional pero muy cálida. Nunca una pelea. Nunca nada. A veces le decía, 'Ay, Jorgito, este no me gusta'. 'Tenés razón Chiqui no te preocupes ahora lo cambiamos'. Era tan adorable, nunca hablaba mal de nadie, un trabajador insaciable. Un ser amoroso. No era envidioso, simpatiquísimo".