‘Willy’, tal es su apodo, llegaba a ese Roland Garros como uno de los claros favoritos al título y lo demostró en cada uno de los partidos que jugó, en los que apenas cedió un set y durante los cuales mostró una clara superioridad sobre sus rivales.

El debut en el torneo fue ante el yugoslavo Zeljko Franulovic, a quien venció por un cómodo 6-1, 6-2 y 6-4.

En la segunda ronda perdió su único parcial del certamen: fue ante el chileno Belus Prajoux, a quien derrotó por 2-6, 6-0, 6-3 y 6-0.

Los dos sets ganados por 6-0 a Prajoux dejaban en claro que Vilas estaba en un nivel impresionante y que iba a ser muy difícil que alguien lo pudiera detener.

En la tercera ronda llegó el sudafricano Bernie Mitton y Vilas lo despachó por un demoledor 6-1, 6-4 y 6-1.

En los octavos de final apareció el primer rival de riesgo, el estadounidense Stan Smith y ‘Willy’ jugó uno de los mejores partidos del torneo para apabullarlo por 6-1, 6-2 y 6-1.

Tanto Vilas como su entrenador, el rumano Ion Tiriac, sabían que el camino no iba a ser fácil y por ese motivo preparaban cada encuentro con extrema obsesión.

“Los rivales más difíciles eran los que más conocíamos, así que preparábamos muy bien los partidos porque la estrategia era fundamental”, contaba Vilas años más tarde.

En los cuartos de final llegó el polaco Wojtek Fibak, otro de los pesos pesados del certamen y Vilas no tuvo contemplaciones al derrotarlo por 6-4, 6-0 y 6-4.

A esa altura, Vilas ya estaba entre los cuatro mejores del certamen pero quería más. Sabía que ese era su Roland Garros y que se debía un título en uno de los torneos más importantes, más teniendo en cuenta la ausencia de su principal rival sobre polvo de ladrillo, el sueco Bjorn Borg, que estaba lesionado.

Su rival en la semifinal fue el mexicano Raúl Ramírez, quien venía de dar el golpe en la ronda anterior al eliminar al italiano Adriano Panatta, segundo favorito del certamen, pero Vilas volvió a estar implacable y lo superó por un contundente 6-2, 6-0 y 6-3.

Vilas llegó a la final y llevaba 18 sets ganados, cuatro de ellos por 6-0 y apenas uno perdido. Su rival, el estadounidense Brian Gottfried había dejado en el camino al rumano Illie Nastase, primer preclasificado, pero la sensación era que tenía pocas chances ante el argentino. Y así fue.

En apenas una hora y cincuenta y tres minutos, Vilas lo venció por 6-0, 6-3 y 6-0 y alcanzó la gloria en un año que luego sería el mejor de su carrera y en el que también ganaría el abierto de los Estados Unidos.

Tres años después de haber ganado el torneo de Maestros (en 1974 frente a Nastase), Vilas conseguía su primer Grand Slam y comenzaba a escribir la historia que lo convertiría en uno de los deportistas argentinos más grandes de todos los tiempos.