Gastón Cogorno y Rodolfo Molina dijeron basta y, tal como exigía la gente, dejaron la presidencia y la vicepresidencia del club de Avellaneda. Anoche, a pocos metros del Congreso, se selló un acta de compromiso con la renuncia de ambos. Todo indica que asumirá Víctor Blanco, vicepresidente segundo, que dará su respuesta formal en 72 horas. Aunque, por lo bajo, se dijo que será afirmativa. Más después de todas las conversaciones, en voz alta y confidenciales, que hubo alrededor de la convulsionada Academia. Claro que nunca habrá que dar nada por sentado en medio de una situación tan enredada.

Hace algunas horas, Blanco, empresario hotelero y con inversiones en el exterior, había dicho que no pensaba en quedar al mando del club porque no podía dedicarle el tiempo suficiente. Todo se modificó. Sobre todo después de la charla que ayer tuvo en el hotel Savoy, en Callao al 200, con Molina. Ése fue uno de los principales factores para convencerlo. En caso de negarse, se declararía la acefalía y asumiría un comisión ad-hoc que llamaría a elecciones dentro de los 90 días. Aunque se estima que no se llegará a ese extremo. En la gestión de Blanco tendrían mucho peso Adrián Fernández, otro hombre de Molina, actual protesorero, con buena llegada a los jugadores, y Cristian Devia, secretario general.

Un rato después, sin Cogorno ni Molina, pero con Blanco, se reunió el resto de la comisión directiva, que definió la salida de los controvertidos dirigentes. Ante la consulta de LA NACION, Molina, a quien se lo notó dolido, aseguró: "Es lo mejor para Racing, que es lo que siempre busqué como dirigente. Blanco es una persona extraordinaria. Va a sacar el club adelante. Sólo hay que darle tiempo".