El gol del equipo que dirige Gabriel Milito, que ostenta una racha de siete cotejos sin derrotas (cuatro victorias y tres empates), lo convirtió Ezequiel Cerutti, a los 17 minutos del segundo tiempo.

Estudiantes, con 42 puntos, se consolidó en el sexto puesto de la tabla de posiciones (el último que clasifica a la Liguilla); mientras que Vélez, que apenas ganó uno de los últimos once partidos que protagonizó, se quedó con 25 unidades.

El primer tiempo tuvo un desarrollo muy pobre, ya que a los dos equipos les costó mucho generar situaciones de riesgo.

Dentro de ese contexto, Estudiantes, con un 4-2-3-1, fue un poco más, y contó con una chance clara de gol, a los 28 minutos, con un cabezazo de Cerutti (dio en el palo izquierdo) y un remate de Carlos Auzqui (se estrelló en el travesaño), en la misma jugada.

Antes y después casi no pasó nada, a excepción del minuto de silencio por los fallecimientos de tres personas vinculadas a Vélez: Beba de San Félix (presidente de Relaciones Públicas), Ricardo Petracca (ex titular del club) y Héctor Harrington (ex encargado de prensa de la entidad) y la plaqueta que se le entregó al zaguero de Estudiantes Sebastián Domínguez, por su anterior paso por Vélez.

Y en el partido en sí, un penal no cobrado para Vélez por una mano de Leandro Desábato dentro del área luego de un remate de Milton Caraglio, a los 5 minutos, y la salida de Gastón Fernández (posible desgarro en el isquiotibial derecho), a los 22 minutos.

El segundo tiempo tampoco fue muy entretenido, pero el golazo de Cerutti, a los 17 minutos, le puso algo de emoción al partido. La jugada la inició Auzqui por la izquierda, la continuó Luciano Acosta por el medio, se prolongó con Diego Mendoza y el ex Sarmiento la definió con un remate cruzado al palo derecho de Alan Aguerre.

El 1-0 fue un "mazazo" para Vélez, un equipo joven que está en pleno proceso de renovación, un conjunto que no se recuperó, más allá de que dispuso de alguna que otra chance de gol, y que pasó del 4-4-2 inicial a un 4-3-1-2. Y el resultado final derivó en una serie de insultos para el entrenador Miguel Ángel Russo, aunque la responsabilidad pasa más por la dirigencia, que decidió no traer refuerzos y apostar por los chicos del club.