Luego de la definición por penales que determinó la clasificación argentina a la final Arjen Robben se acercó a la tribuna para saludar a su mujer e intentar consolar a su pequeño hijo que lloraba desconsoladamente.

El llanto del hijo de la máxima estrella holandesa se convirtió en el símbolo de la derrota del equipo naranja que no pudo con el seleccionado albiceleste y ahora jugará ante Brasil por el tercer puesto el próximo sábado.