Novak Djokovic se reinventa todos los años y por eso sigue siendo el número uno del mundo. Este domingo lo hizo en la mismísima final del Abierto del Australia para vencer al escocés Andy Murray por 7-6, 6-7, 6-3 y 6-0. Lo hizo cuando el panorama no era el mejor: su rival jugaba mejor y sacaba con ventaja en sets iguales.