Casi siempre ocurre igual. Donde la organización estatal fracasa, donde la eficiencia de quienes deben cuidar a la gente se muestra inútil, el pueblo fuerza, empuja, se protege a sí mismo, se moviliza.

Fueron los vecinos de Cildañez, en su carencia, quienes hicieron que los medios metieran en la agenda pública el secuestro de Maia, que había sido privada de su libertad, como tantas niñas que desaparecen y cuyo destino resulta indescifrable para siempre en nuestro país.

Y tres días después, fueron los vecinos de Luján los que la encontraron, los que aportaron el dato exacto del lugar donde tenían oculta a la menor. Es cierto, llamaron al 911 y las fuerzas del Estado fueron en su búsqueda. 

¿Que pasó cuando llegó la policía?. Los vecinos habían detenido al secuestrador, lo tenían detenido contra una pared, y fue también una ciudadana, quien se la entregó a la primer policía cuando llegó al lugar.

Es para que las autoridades empiecen a pensarlo un poco más. Siempre que el Estado no tiene respuestas, la gente se las arregla por su cuenta y resuelve sus propios problemas. Cuando nos empecemos a dar cuenta, muchas cosas van a cambiar.