Boca no logra regularidad. La idea con la que el que el conjunto de Miguel Ángel Russo más cómodo se siente tiene un alto grado de dependencia del método del rival. No logra propiciarse por sí mismo los espacios que requiere para explotar en velocidad. Nuevamente, ante un equipo que realizó un partido muy inteligente, lo sufrió.

Talleres, que fue superior en casi todo aspecto le ganó 2 a 0 en La Bombonera, con goles de Carlos Auzqui y Diego Valoyes. Michael Santos, en contra, había convertido el empate para el local. De entrada, la T mostró sus cartas. Siempre con los cuatro defensores cerca del círculo central, esperaba retrasado y con un dibujo compacto.

Pero, a medida que Boca creció en imprecisiones, fue subiendo la línea de presión. En los primeros 15 minutos de juego, cometió varias equivocaciones en la salida: primero Carlos Izquierdoz falló un pase sencillo, luego Frank Fabra retuvo demasiado, pero el tercer yerro fue el que más caro pagó.

A los 12 del primer tiempo, Esteban Andrada sacó de derecha y se la dejó servida en el pie a Federico Navarro, que descargó para que Diego Valoyes habilite a Retegui, quien definió mal. El arquero consiguió desviar el tiro, pero, tras un rebote en el palo, Auzqui llegó para rematar cruzado y convertir el primer gol de la noche. La fórmula de la presión se repitió y el equipo Cordobés empezó a crecer sobre un Boca desconcentrado.

Pero, poco después, los de Alexander Medina comprendieron que asumir el protagonismo los exponía mucho más que cederle la pelota y el terreno al conjunto de Miguel Ángel Russo. Boca no requiere de mucha elaboración para generar acciones de gol. Pero, sin espacios se ahoga fácilmente.

Tan solo cuando la pelota pasa por Carlos Tévez parece encontrar claridad para un pase gol o un movimiento de desmarque imprevisible. Además, mostró una endeblez defensiva inusual. Si el conjunto de La Ribera tiene firme convicción en que su idea de juego posea como principal arma el contraataque, Fabra no parece el indicado para ocupar el lateral izquierdo. No es un gran marcador, y su forma de no sufrir en defensa suele ser preocupar a su atacante con trepadas. Pero si se ve obligado solo a contener, es cuestión de que se enfrente a un especialista en el mano a mano, como Valoyes, para pasarla mal.

Además, Izquierdoz, que suele ser su rueda de auxilio, falló en varios cálculos y pareció estar un tanto a destiempo. En la segunda mitad, ambos continuaron con la misma dinámica con la que terminó la primera parte.

Boca con pelota fue mucho menos dañino que sin ella. Cuando se adelantó y buscó asociaciones colectivas demostró la falta de trabajo en función de tal objetico y sufrió los contraataques de Valoyes. Solo pudo genera peligro cuando alguna pelota parada o desorden defensivo rival que propició una corrida de Sebastián Villa.

A los pocos minutos, el Xeneize increíblemente se autolimitó esa capacidad de daño. Mauro Zárate ingresó por Gonzalo Maroni y se ubicó por la izquierda, lo que desencadenó en que Villa deba volcarse a la derecha, sector por el que está probado que tiene menos desequilibrio.

El local se consumió lentamente al tener que hacerse cargo del juego, y Talleres golpeó con transiciones veloces que cada vez se hicieron más peligrosas. Michael Santos que ingresó en el complemento tuvo dos claras para sentenciar la historia pero erró las definiciones.

Cuando nada parecía anunciar un final oscilante, a los 36 minutos el Xeneize encontró un poco explicable milagro: en un tiro de esquina enviado por Zárate, que no exigía demasiado, el propio Santos peinó hacia atrás y la metió en su propio arco, ante el desconcierto de Guido Herrera. El tanto debió ser invalidado, dado que el ex Vélez, antes de tirar el centro, colocó la pelota deliberadamente afuera del cuarto de círculo del córner.

Tras el empate, Talleres volvió a demostrar su superioridad. Se lanzó al ataque y pudo ganarlo primero con un cabezazo de Nahuel Tenaglia, que salió muy al medio o con un remate de afuera de Valoyes que contuvo bien Andrada.

Y al final, después de insistir bastante, el propio colombiano que fue el mejor de la cancha, aprovechó un buen centro de Joel Soñora, que ingresó muy bien en el complemente, y definió de aire contra el palo derecho del arquero para darle el triunfo a su equipo. Más allá del enorme mérito de quienes elaboraron la acción, el autor del tanto apareció imperdonablemente solo en el borde del área.

Si el árbitro hubiese adicionado dos minutos menos, la fortuna y el azar le habrían dado a Boca un punto que nunca mereció. Sin embargo, ningún resultado puede desviar el foco de la cuestión principal: Talleres fue más que el Xeneize en todo aspecto y bajo toda modalidad de juego. Y sin obligación, fue mas ambicioso.