“Tener el cepo era como tener una bota de yeso y una bota de yeso durante cuatro años no es muy bueno”, remarcó el economista Matías Tombolini.

“Terminó transformándose en una ridícula batalla cultural” como medida, describió en Bravo.Continental. “Trató de contener una situación determinada pero generó algo bien distinto a lo que se pretendía. Había dólares para viajar a Miami pero no había dólares para importar insumos para fabricar en el país”.

“Esto permite un sinceramiento del precio del billete. El dólar a 10 pesos era como subirme a una balanza que marcara el número que yo quiero pesar”, agregó Tombolini, autor del libro ‘Todo lo que necesitás saber sobre economía argentina’ .

En cuanto a la energía, remarcó, “veníamos con la fantasía de los consumos domiciliarios…no era ningún mérito mantener regalada la luz para que un tipo se fuera a Miami y volviera para pagar un colectivo a 3,50 pesos y dejara el aire acondicionado prendido en su casa para ir a ganar 90 mil pesos por mes”, enfatizó.

Tombolini explicó: “creer que una devaluación afecta directamente a los precios no está escrito en ningún lado. El dólar subió de precio en todo el mundo. En Brasil, por ejemplo, la devaluación fue en el último año de 51 por ciento y la inflación fue de 9 por ciento”.