En pleno conflicto abierto entre el Ejército y las milicias de Gaza, el estallido de violencia sectaria entre grupos de judíos y árabes israelíes se ha extendido a la mayor parte de las ciudades con población de origen palestino.

Las autoridades nacionales han ordenado este jueves la movilización de otras 10 unidades de reserva de policía de fronteras (cuerpo militarizado) tras la oleada de ataques con cuchillos e intentos de linchamiento de la noche del miércoles, en medio de acciones vandálicas como la quema de vehículos que se saldaron con decenas heridos y cerca de 400 detenidos.

En Lod, ciudad que se encuentra a 15 kilómetros al sur de Tel Aviv, se decretó el estado de emergencia después de que ardiera una sinagoga durante los disturbios, las escenas de violencia, en algunos casos registradas en directo por las cámaras de televisión, han impactado a la sociedad israelí.

El presidente del Estado de Israel, Reuven Rivlin, llamó a los líderes de ambas comunidades a aplacar la tensión entre los grupos de jóvenes radicales que protagonizan los choques sectarios.

“Se están dejando llevar por unos enfrentamientos que solo podemos calificar de guerra civil”, advirtió el veterano mandatario. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, aseguró que la “anarquía no es tolerable” en Israel.

“Nada justifica los linchamientos entre judíos y árabes”, apostilló. Los incidentes más graves se registraron en Bat Yam (10 kilómetros al sur de Tel Aviv), donde un conductor árabe fue sacado de su vehículo y arrojado al suelo por un grupo de judíos que le golpeó y pateó hasta que quedó malherido.

En la ciudad costera de Acre, al norte del país, se vivió un episodio similar, pero a la inversa, cuando jóvenes árabes apedrearon a un judío antes de darle una paliza que le dejó inconsciente. En Um el Fahm y Tamra (norte) se han sucedido los disturbios con ataques con puñales contra un policía y un ciudadano judío.

En Jerusalén, un joven árabe fue acuchillado en el céntrico mercado de Mahane Yehuda. La violencia ya había agudizado el odio sectario la noche anterior en grandes ciudades como Nazaret, en Galilea, o Jaffa, en la periferia sur de Tel Aviv. Por otra parte, el líder del partido Lista Unida Árabe, Mansur Abbas, condenó los ataques entre árabes y judíos y llamó a todos los grupos políticos y a los responsables locales y religiosos a intervenir para “detener la ola de violencia y locura”.

Decenas de vehículos quedaron calcinados en Lod y otras poblaciones, así como locales comerciales, como un restaurante en Acre. El estado de emergencia decretado en Lod es el primero que rige en una ciudad con población árabe desde 1966. Hasta entonces, los palestinos que permanecieron en el territorio de Israel tras su nacimiento como Estado, en 1948, habían estado sometidos a un régimen de excepción bajo control militar.

El inicio de la violencia en las llamadas ciudad mixtas, luego de la muerte a tiros de un joven árabe, ocurrida el lunes en una reyerta entre un grupo de extremistas judíos y jóvenes radicales árabes en Lod.

“Hemos perdido el control de la situación por completo”, reconoció entonces el alcalde de esa localidad, Yair Revivo, antes de ver cómo saltaba por los aires la frágil convivencia entre ambas comunidades.

Las protestas que se desencadenaron en la noche del martes, tras el entierro del joven, fueron también reflejo del malestar de una quinta parte de la población del país, una minoría palestina con nacionalidad israelí, que aún se sigue considerando con ciudadanía de segunda clase.

La discriminación se ha agravado desde la aprobación, impulsada por Netanyahu, de la llamada Ley del Estado Nación Judío, que reconoció en 2018 el derecho de autodeterminación nacional solo para los judíos, y relegó frente al hebreo al árabe, que dejó de ser considerado como lengua cooficial.

Thabet bu Rass, responsable de la ONG árabe Iniciativas de Abraham, que tiende puentes entre ambas comunidades, considera que “hay una nueva generación de jóvenes que se siente humillada por su marginalización como ciudadanos”. “La situación es muy peligrosa”, advirtió en una entrevista radiofónica, “para todos los que compartimos este Estado”.

En los duros enfrentamientos, los grupos de jóvenes árabes han mostrado también su solidaridad con los palestinos de Jerusalén y de la franja de Gaza con una misma bandera nacional. A pesar del masivo despliegue policial y del toque de queda nocturno impuesto en Lod, los disturbios descontrolados se han generalizado.

Tras la explosión de violencia en la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén del pasado viernes, que desencadenó manifestaciones de solidaridad en las ciudades árabes israelíes, la ofensiva del Ejército contra la franja palestina de Gaza, que comenzó el lunes, ha exacerbado los ánimos entre los árabes de Israel y una población judía, atemorizada por el lanzamiento indiscriminado de cientos de cohetes por las milicias islámicas del enclave.

Aproximadamente alrededor del 21% de la población de Israel es árabe israelí: alrededor de 1,96 millones de personas, según datos del Buró Central de Estadísticas de Israel de diciembre. En el transcurso de la guerra que marcó la creación del Estado de Israel en 1948, cientos de miles de árabes fueron forzados a abandonar sus hogares. A aquellos que se quedaron en lo que se convirtió en Israel, y a sus descendientes, se les concedió la ciudadanía y se les conoce como árabes israelíes.

Alrededor del 80% de ellos son musulmanes, mientras el resto se identifica como cristiano o druso. La mayoría se identifican plenamente con los palestinos en Gaza y en Cisjordania, muchos de ellos llamándose a sí mismos "los ciudadanos palestinos de Israel".

El gobierno de Israel sostiene que sus ciudadanos árabes tienen los mismos derechos sociales y políticos, si bien están exentos del servicio militar obligatorio. Sin embargo, los propios árabes israelíes insisten que son discriminados legalmente, institucional y socialmente.