“Sostiene Pereira” (1993) cuenta la vida de un viejo periodista que trabaja en la página cultural de un diario de Lisboa durante la dictadura de Salazar, en el ensimismado Portugal de 1938. Pereira lleva una vida monótona.

Dedica sus días a traducir autores que no lo comprometen con la política de su país, tomar limonadas, escribir necrologías e ignorar las noticias de la actualidad. Mantiene una vida apacible hasta que conoce al joven Monteiro Rossi, un filósofo que despierta a Pereira de su pasividad.

En esta novela de personaje, que expone cómo lo que ocurre alrededor impacta internamente en Pereira, el tema central es la muerte. Esta se presenta de distintas formas: con la recurrente mención del cuadro de su esposa fallecida, la melancolía por el hijo que nunca tuvo, el descuido de su salud, consumiendo mucha azúcar pese a su obesidad, el interés que muestra por la tesis de Rossi sobre la muerte y los fallecimientos que se dan durante el régimen autoritario. La particular obsesión que el protagonista tiene con la muerte es intrigante, pero la forma en que se narra es lo realmente destacable.

Todo se menciona desde la perspectiva de lo que le contaron al autor, es decir que se trata de un testimonio en primera persona. La repetición del “Sostiene Pereira” a lo largo de la novela recuerda que es el relato de un relato. Esto refleja la certeza de la relatividad, algo en lo que este autor italiano indaga de manera ingeniosa.

Pese a ser un testimonio y, por tanto, estar teñido de subjetividad, el narrador cuenta la historia sin adornos retóricos, como un receptor que solo transmite información. Eso ayuda a reflejar el estado del protagonista: enajenado de la realidad, y la atmósfera en que se maneja la sociedad: un clima de temor reprimido frente al régimen policial.

En consecuencia, la obra adquiere un ritmo latente, en el que la realidad de Pereira se viste de artículos literarios y comidas dulces, aunque, debajo de esa aparente calma, crece una tensión imparable, que siembra inquietud en los lectores. En ese clima, el protagonista se resguarda en el pasado, esperando que la muerte lo reúna con su esposa.

Pero, a pesar de que eso lo liberaría, también supondría desconectarse del presente. Y en eso, él cuestiona lo que sucederá después. En particular, como católico, duda sobre la resurrección de la carne.

Sin importar cuánto se esfuerza, la realidad lo afecta, sobre todo cuando se relaciona con Rossi y su pareja Marta, jóvenes que no temen vocalizar su crítica hacia el fascismo: “El hecho es que me ha surgido una duda: ¿y si esos dos chicos tuvieran razón? […] Si ellos tuvieran razón mi vida no tendría sentido”.

A partir de entonces crece la intriga de si Pereira podrá seguir ignorando su realidad o si reaccionará a ella, y cómo reaccionará a ella. La novela ofrece varios pasajes que involucran y desafían al lector: del arte a la historia, del pasado al presente, y de la vida a la muerte. Muy recomendable para aquellos que buscan una obra con una dimensión existencial, moral e histórica.