Fue un primer tiempo por demás atractivo. Los primeros 15 minutos fueron todos de San Lorenzo. River sorprendido veía como el equipo de Boedo lo desbordaba por todos lados, al punto que Armani le tapó un mano a mano extraordinario al Uvita Fernández.

Hasta que justamente a los 15 minutos consiguió la ventaja, no por su buen juego, que hasta ese momento lo tenía, sino porque Enzo Pérez decide cabecear para atrás, hacia su arquero, sin mirar. Ahí estaba, totalmente solo el Uvita Fernández, que definió cómodo.

Desde el gol, River volvió a ser River. Especialmente desde el minuto 24, cuando Carrascal entró por el lesionado Angileri. A los 28, Torrico le tapó a Borré un mano mano. El arquero salió muy bien, pero el delantero tiró al cuerpo. Del rebote, De la Cruz le pegó al arco y Rodríguez con la punta del botín la desvió al corner.

A los 31 otra vez, Borré, otra vez ano a mano con Torrico y otro tiro al bulto que tapó el buen arquero del Ciclón y a los 36 desde un tiro de esquina, el chileno Díaz cabeceó solo, al lado del palo.

River siguió yendo y a los 39 Casco desbordó por izquierda y le sirvió el gol a Carracal que llegaba de frente al arco y la tiró afuera.

Por último, a los 42, Alvarez fue por derecha, desbordó y tiró el centro y ahora fue Martínez el que cabeceó desviado.

River volvió a ser River desde el gol de San Lorenzo, incluso, desde la impotencia para definir que a veces exhibe, respecto de las numerosas ocasiones que crea.