El choque entre Paris Saint-Germain y Bayern Munich era, desde la previa, una final anticipada. Y en el trámite de ambos partidos, demostraron que difícilmente haya actualmente en el mundo dos equipos de tal nivel.

En otro encuentro inolvidable, el conjunto francés perdió 1 a 0 pero por los tres goles conseguidos de visitante en la ida, se impuso en la serie y se metió en semifinales. En el primer tiempo quedó claro que iba a ser un partido diferente al primero.

El PSG tomó una postura casi contraria a la de la ida. Se apoderó de la pelota e intentó generar juego para luego, ante la aparición del espacio, poner a correr a Kylian Mbappé. No salteó líneas, por el contrario, hizo uso de la mitad de la cancha donde la pelota circuló con fluidez.

El Bayern se vio sorprendido defensivamente. No esperaba ese tipo de juego rival. Sin embargo, cuando tuvo la pelota hizo su trabajo habitual de construcción, con muchos hombres involucrados, pero siempre en velocidad. Pero, aún cuando el conjunto alemán tenía la pelota, los parisinos se paraban bien arriba y a diferencia del primer partido presionaban alto.

Con el correr de los minutos, el equipo bávaro se adaptó a la dinámica del partido y empezó a generar las más claras a partir de cortar en la salida y formular ataques directos. Pero, cuando el PSG lograba sortear la presión también tenía camino limpio hacia el arco.

El encuentro se hizo trabajado pero empezó a tener situaciones de ambos lados y se transformó técnica y tácticamente en un partido descomunal. Neymar tuvo dos chances clarísimas sobre el final de la primera parte. Una, producto pura y exclusivamente de su talento sin igual. Enganchó de zurda por detrás de su pierna derecha y le pegó de afuera pero la pelota dio en el travesaño. Y minutos más tarde, definió una jugada colectiva monstruosa, con cara interna, pero la pelota dio en el palo izquierdo de Manuel Neuer.

En el mejor momento del local, el visitante consiguió ponerse en ventaja. Kingsley Coman, que fue de los mejores del Bayern, desbordó por derecha y tiró el centro, Thomas Müller la bajo y David Alaba definió. Keylor Navas tapó pero dio un flojo y alto rebote, que Eric Maxim Choupo-Moting cargó de cabeza para el único tanto.

El equipo alemán se puso en ventaja y desde entonces, luego de sufrir mucho un rato largo, empujó con furia y estuvo cerca del segundo con un remate bárbaro de Alaba de afuera que atajó bien Navas.

En la segunda mitad, la historia sí empezó a tener matices más semejantes con el primer encuentro. El de mayor tenencia y cercanía al arco rival pasó a ser el Bayern definitivamente. De a poco el conjunto alemán fue ganando terreno y generando un dominio más constante. Las jugadas de riesgo existieron pero no fueron tan concretas; pocas finalizaron con disparos al arco.

Durante los últimos 15, los contraataques del conjunto de Mauricio Pochettino se hicieron, por la necesidad del rival, más riesgosos. De hecho, a los 30 Mbappé se fue solo y convirtió el empate pero luego el tanto fue anulado por un milimétrico fuera de juego. Si el goleador francés se la dejaba a Moise Kean, que picaba a la par pero habilitado, la historia pudo haber sido distinta.

Y si bien el equipo muniqués tuvo alguna chance, con el desequilibrio de Coman o de Leroy Sané, en defensa estaba sumamente expuesto. La apuesta del Flick quedó clara cuando sacó a Choupo-Moting y puso a Javi Martínez, habitual central o mediocampista defensivo, para buscar el cabezazo.

A pesar de las múltiples posibilidades, ni el Bayern consiguió el segundo ni el PSG el empate. El partido de nivel supremo tuvo varios goles menos de lo que ameritó. El conjunto francés se tomó una leve revancha de la Champions pasada y aguarda por un nuevo rival de peso que saldrá del ganador entre Manchester City y Borussia Dortmund.

Además, por el otro lado del cuadro, el Chelsea sufrió una inesperada derrota como local 1 a 0 contra el Porto, que una vez más demostró un carácter tremendo. Aun así, el conjunto londinense consiguió pasar a semifinales por el 2 a 0 conseguido en la ida. El muy interesante goleador iraní, Mehdi Taremi, convirtió el tanto para los portugueses cuando solo restaban 30 segundos.