Estados Unidos y China ahora están inmersos en una guerra tecnológica en toda regla. Comenzó bajo la administración Trump pero continúa bajo el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. De hecho, Biden ha considerado la competencia de Estados Unidos con China como el frente más importante en una lucha generacional entre democracia y autocracia.

La guerra tecnológica comenzó como una disputa comercial, pero pronto se transformó en una batalla por el liderazgo en tecnologías centrales como 5G, inteligencia artificial (IA) y semiconductores. Estados Unidos, con su larga historia de investigación y desarrollo e invención, ha sido el líder tecnológico mundial durante décadas, pero China ahora está desafiando esa posición, que ha puesto todo su peso, y decenas de miles de millones en fondos estatales, detrás de los esfuerzos para atrapar hasta los Estados Unidos.

Después de que Washington comenzó a bloquear el acceso de China a tecnologías centrales controladas por Estados Unidos, como los semiconductores, Beijing redobló sus esfuerzos para "desamericanizar" su cadena de suministro. China no muestra grandes preocupaciones e indica que"la mayor amenaza para Estados Unidos es el propio EE.UU.”

Esta es una de las principales conclusiones del gobierno de China ante el anuncio del multimillonario plan de inversión de Estados Unidos para impulsar su investigación y desarrollo tecnológico y hacer frente a la competencia del gigante asiático. Es el autoridades del gigante asiatico rechazaron de plano la nueva legislación, acusó a Estados Unidos de sufrir un "delirio paranoide" y advirtió que el plan puede dañar seriamente las relaciones entre ambos países.

La propuesta, aprobada por el Senado estadounidense pero pendiente de pasar por la Cámara de Representantes para poder convertirse en ley, supone un inusual punto de encuentro entre demócratas y republicanos. Expertos dicen que esto refleja cómo los dos partidos políticos están unidos en la necesidad de contrarrestar las ambiciones económicas y militares chinas. Los partidarios del proyecto dicen que el paquete que inyectará US$250.000 millones en el sector tecnológico es la mayor inversión en investigación científica que el país ha visto en décadas.

"Creo que esta legislación le permitirá a Estados Unidos superar al mundo en innovación, producción y competencia en las tecnologías del futuro", señaló en la Cámara Alta el líder de la mayoría demócrata y coautor del proyecto, Chuck Schumer.

Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, celebró la aprobación del proyecto en el Senado y pidió a la Cámara Baja que haga lo propio. "Estamos en una carrera por ganar el siglo XXI y el pistoletazo de salida ya sonó. Mientras otros países siguen invirtiendo en su propia investigación y desarrollo, no podemos arriesgarnos a quedar atrás", afirmó.

El proyecto de ley de Innovación y Competencia 2021 contempla la inversión de US$250.000 millones para la investigación y el desarrollo tecnológico en Estados Unidos, con el objetivo de aumentar la competitividad del país para hacer frente al poder industrial y militar de China. El punto más destacado es una partida de US$50.000 millones para que el Departamento de Comercio estadounidense subsidie el desarrollo y la fabricación de chips semiconductores, necesarios para dispositivos civiles y también militares.

El proyecto también destina dinero a la ciencia, la investigación y el desarrollo, y a potenciar alianzas entre empresas privadas y universidades. Además, incluye una serie de provisiones específicas de China, como la prohibición de descargar la app TikTok en dispositivos gubernamentales o la aprobación de nuevas sanciones contra Pekín por abusos contra los derechos humanos.

La legislación destina US$300 millones a contrarrestar la influencia política del Partido Comunista chino y bloquea la compra de drones fabricados y vendidos por empresas estatales chinas. Organizaciones chinas que participen en ciberataques o robo de propiedad intelectual en EE.UU. se enfrentarán también a sanciones una vez que la ley entre en vigor.

Expertos consideran que el proyecto de inversión en tecnología supone un giro en la estrategia de EE.UU. y da lugar a una nueva política industrial, una práctica que el país dejó de lado en los años 80 y que consiste en el apoyo del estado a sectores específicos de la economía que se consideran estratégicamente importantes. Para sus defensores, una nueva política industrial es esencial para responder al crecimiento chino, asegurar el suministro de materiales y productos básicos, y desarrollar tecnologías que puedan preservar el planeta.

En cambio para los opositores de este tipo de políticas indican que esto distorsiona el libre mercado y recompensa a las empresas no por la calidad de sus productos y servicios sino por la habilidad de quienes hacen lobby.