No es una cuestión de edad, cualquiera puede tropezar en una escalera. De hecho, a todos nos ha pasado. Tropezarnos dos veces consecutivas en la misma escalera ya es menos habitual, y si uno es el presidente de los Estados Unidos, a quien mira todo el mundo a cada minuto, debería tener un poco más de cuidado, si pudiese.

El viernes, el presidente Joe Biden, se cayo dos veces con diferencia de tres escalones en la misma escalera, tratando de subir al Air Force One, hasta que alcanzó trabajosamente la puerta y se introdujo en el avión sin mirar atrás.

El altercado es lo de menos, si se considera que en la semana, violentó todos los principios básicos de la diplomacia, al llamar al presidente ruso Vladimir Putin, “asesino”, sin exhibir pruebas ni elementos que permitan inferir a cual o cuales asesinatos se refiere. Y luego de ello, lo amenazó con “pagar un alto precio por sus actos”.

Más allá de la esgrima verbal de la política, y si no fuese el presidente de la primera potencia mundial, uno podría creer que el que habla es un desaforado.

Asimismo, el viernes se realizó la primera reunión de diplomáticos estadounidenses de la nueva administración, con sus pares chinos en Alaska. Ni bien se sentaron a la mesa del hotel Capitain Cook, lugar seleccionado para la reunión, Antony Blinken, el nuevo Secretario de Estado de la administración Biden espetó: “Vamos a hablar sobre nuestra profunda preocupación por las acciones de China en Xinjiang, Hong Kong, Taiwán, los ciberataques a EE.UU. o la coerción económica a nuestros aliados”, dejando descolocados a los chinos que se miraban incrédulos frente a la intención de involucrarse en asuntos internos de su país, como si se tratase de una débil nación centroamericana, y las acusaciones otras vez sin pruebas, del “diplomático”.

"Esta no es la manera de recibir a un invitado”, dijo con cierto sentido común el jefe de la delegación china, que acusó a los norteamericanos de ser los “campeones de los ciberataques” y utilizar a sus fuerzas armadas y potencia financiera “para extender su jurisdicción y suprimir a otros países”. Yang Jiechi, el canciller chino, agregó: “Nosotros no creemos en las invasiones con el uso de la fuerza, el derrocamiento de regímenes y las masacres”.

Interesante debate, si uno deja de lado que, con este tipo de diplomacia, mientras Biden trata de alcanzar la puerta de un avión sin caer al suelo, pone al mundo en riesgo de crisis bélicas de proporciones inusitadas.