Si alguien vió la película El Padrino, recordará que cuando Michael Corleone se ofrece a asesinar al mafioso rival, Sollozzo y a un jefe policial, ya sabía que debería exiliarse en Sicilia por varios años. Estaba en los planes, cumplió su función sabiedo que tendría esa consecuencia.

Después del escandoloso final del partido de ayer, la AFA dice que sancionará al referí Mauro Vigliano por el penal que inventó para darle el triunfo a Racing la noche de ayer, cuando, llegado el descuento, el local no había podido ganar por su cuenta y el árbitro decidió definir el partido.

Ni a Independiente ni al futbol, le sirve para mucho. Cuando la AFA sacó de circulación a Diego Ceballos por mas de un año, después de un penal que cobró a favor de Boca en la final de la Copa Argentina contra Rosario Central, dos metros afuera del área, la cosa quedó igual para uno y para otro: Boca fue campeón, Central no, y del firmamento de árbitros sospechados y de nula capacidad técnica, hubo uno menos y quedaron otros diez. Un resultado de bajo impacto para el futbol.

La jugada en la que Vigliano cobró penal ayer, se produjo frente a sus narices. estaba bien ubicado el réferi, cerca, de frente a la jugada, a su plena vista. Su decisión fue voluntaria, consciente, tal vez, premeditada. No alcanza la suspensión, a quien le importa que lo paren 5, 10 o 100 partidos.

Lo que requiere la acción de ayer es una profunda investigación. Es mentira que el futbol es un juego. El futbol es muchas cosas menos eso. Para los dirigentes es dinero y poder. Pero para la gente, para el pueblo, es buena parte de su vida, es ese fin de semana que se está esperando para vivir una emoción.

Y perder, claro, está en los planes, puede pasar, da bronca, tristeza, pero forma parte de ese tsunami de sensaciones que otorga esa gran pasión. Pero la situación vivida ayer, no es normal, no proviene de la lógica del futbol, tiene otro origen, y como siempre se juega con la gente.