“Si está complicado en Brasil, no se puede jugar”, manifestó Sergio Agüero en el aeropuerto de Ezeiza, recién llegado a la Argentina luego de viajar de Inglaterra a España para sellar su vínculo con el Barcelona. Lo que el “Kun”, que a esta altura es un referente ineludible de la Selección Argentina, más allá de su carácter jocoso, es su opinión personal, pero también la del grupo de jugadores y el cuerpo técnico. Quieren jugar, pero desean que estén dadas las condiciones.

El propio ex Independiente dejó en claro otra cuestión: coincide con la decisión de no jugar en territorio nacional. La mayoría de los futbolistas tiene familiares en la Argentina y conoce de la difícil situación sanitaria. Pero también saben que por similares motivos, tampoco Brasil parece ser una opción razonable.

Incluso, algunos jugadores han recibido llamados de sus clubes en los que les han manifestado su preocupación por el hecho de que tengan que ir a jugar a un país al que el mundo ha visto como uno de los más azotados por la pandemia.

Está claro que este es el tema de principal preocupación para la delegación nacional: el riesgo de contagio, la situación particular del estado que toque como base, el aislamiento absoluto de sus familias, etc.

Pero hay una cuestión vinculada más al fútbol que tampoco sentó bien: se jugará por segunda vez consecutiva en una sede en la que los hicieron sentir muy visitantes. La rivalidad futbolística entre Argentina y Brasil hace que algunas cuestiones, lógicas o no, sean esperables. Pero, aún así, la delegación sintió una especial hostilidad en múltiples aspectos, desde lo organizacional hasta los arbitrajes. “La última vez sentimos que la Copa debía quedarse en Brasil como fuera y no queremos que se repita”, le confió una fuente cercana al seleccionado a Continentalweb.

Mientras tanto, en el país vecino, hay un debate gigantesco en torno a que hacer con el torneo. Si bien el gobierno confirmó el campeonato y hasta dio las sedes, luego de que varios estados se opusieran a recibir grupos de extranjeros, también cerró las fronteras. Grupos opositores presionan y la cuestión incluso se ha judicializado. Flaco contexto para un torneo que a esta altura parece maltrecho.