Por Magdalena Ruiz Guiñazú


El teléfono sonó casi a la medianoche. Era un querido amigo de mis padres: el doctor Mario Amadeo.

-Me acaban de avisar que, dentro de un par de horas, van a desembarcar en Malvinas…-comenzó diciendo.

Cuando, a las cinco de la mañana, llegué a Radio Continental la información se había confirmado.

Muchos pensamos que era una jugada del gobierno militar para permanecer en el Poder. Sin embargo, la Plaza de Mayo se colmó de entusiasmo. Tan es así que, de haber triunfado la acción de las tropas enviadas por la dictadura, el retorno a la democracia se habría demorado considerablemente.

Aún hoy siento indignación por el maltrato de los jefes argentinos hacia sus jóvenes soldados. Espero que este remordimiento acompañe para siempre a los culpables.