Durante el 2º Congreso Nacional Multidisciplinar COVID-19, la Sociedad Española de Neurologia se ha expresado en la misma línea que el documento publicado por la revista especializada The Lancet Psychiatry hace unos días donde indicó que el 34 % de los pacientes positivos por Coronavirus presentó secuelas en su salud mental.

En el mismo informa que un 60% de pacientes hospitalizados por COVID-19 desarrolla síntomas neurológicos y cerca de un 12% de las personas que han superado la enfermedad tienen secuelas neurológicas Todas conclusiones llevadas a cabo en el 2º Congreso Nacional Multidisciplinar COVID-19 de las Sociedades Científicas de España, en el que han participado más de 70 sociedades científicas españolas.

Según los expertos que han participado, también han advertido sobre la posibilidad de que a largo plazo muchos pacientes que fueron ingresados en la UCI o desarrollaron síntomas graves de COVID presenten una reducción en la reserva neuronal que les originará problemas neurológicos con diferentes manifestaciones, aunque consideran muy improbable que esto conlleve una futura epidemia de enfermedades neurológicas.

“A lo largo de estos meses se han reportado en pacientes con COVID-19 numerosos síntomas neurológicos como dolor muscular, encefalitis, encefalopatías, mielitis, crisis epilépticas, neuropatía. 

Pero los más reseñables por su alta prevalencia fueron la anosmia (pérdida de olfato) y las cefaleas y, por su gravedad, los accidentes cerebrovasculares, como los ictus isquémicos, ictus hemorrágicos, o trombosis venosas cerebrales que se han producido”, ha destacado el Dr. Jesús Porta Etessam, neurólogo del Hospital Clínico San Carlos y Vicepresidente de la SEN.

Se ha comprobado que la anosmia era más frecuente en personas jóvenes o con alguna afección neurológica previa y en mujeres, y que además era un signo de buen pronóstico. Su aparición está asociada en la mayoría de los casos a la afectación de neuroepitelio olfativo, y cuando esta pérdida del olfato se prolonga podría deberse a la neurodegeneración provocada como mecanismo de defensa por las neuronas sensitivas-olfativas para evitar que el SARS-CoV-2 invada el sistema nervioso central.

Los pacientes se suelen recuperar de esta pérdida de olfato entre la 2ª y la 8ª semana, pero pueden tardar hasta tres años en volver a oler como antes. La parosmia, un trastorno del olfato en el que se perciben los olores distorsionados, o incluso algunos que ni siquiera existen (fantosmia) también se considera un signo de buen pronóstico.

“En nuestro centro, el 1,4% de pacientes con COVID-19 ingresados desarrollaron ictus, y con peor pronóstico, ya que el 74% de los supervivientes desarrollaron discapacidad funcional. Y si bien la mortalidad no alcanzó al 59%, sí al 35% de nuestros pacientes, un porcentaje mucho más alto de lo que habitualmente manejamos”, explica el Dr. Francisco Hernández Fernández, neurólogo del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete.